Subestructuras de la personalidad. Primera parte.

23.04.2012

Por: Mariano Cañizares Parrado.

Ya no tengo la menor idea de donde lo es­cribí alguna vez, porque con más de 200 artículos científicos publicados y 12 libros escritos (todos con más de 300 páginas), se me está haciendo un poquito difícil el recuerdo; pero sí les puedo asegurar una vez más; que una cosa es el cerebro y otra muy distinta es el reflejo psíquico y la personalidad. Sin la existencia del primero es imposible desarrollar la segunda. Antes tiene que existir la condición necesaria e imprescindible: La biológica, porque el hombre primero, es un ser bio­lógico. Con el pasar de los años, adquiere los mati­ces psicosociales.

Muchos Psicólogos y Psiquiatras; especialmen­te los marxistas, tienen una concepción totalmente equivocada al respecto, porque le dan un peso exa­gerado a los valores sociales, sobre los potenciales biológicos en cada ser humano, que en definitiva son los determinantes en la formación de la perso­nalidad.

Decir que las subestructuras de la personalidad tienen condicionamiento social, es realmente un desconocimiento total sobre la herencia de las ap­titudes. Factor que se evidencia a cada minuto de nuestra existencia en artistas, cantantes, deportis­tas, matemáticos, físicos, químicos... La genética es determinante en los matices que van dándole color a cada una de las actuaciones del ser huma­no, en las distintas actividades a realizar durante el desarrollo ontogenético de la personalidad.

Cada ser humano es un híbrido interactuante y dialéctico. Aunque cada personalidad es irrepetible e imposible de imitar; todas tienen en común la condición necesaria e imprescindible: La biología.

Hoy sigo teniendo latente en mi recuerdo una dis­cusión que tuve con mi profesor de personalidad, cuando en una conferencia dijo: "Entréguenme un niño menor de siete años y haré de él un delincuen­te, un obrero de la construcción o un científico. El hombre es un ser social por excelencia y podemos moldear sus rasgos más estables de personalidad, siempre que el proceso educativo: Familiar, educa­cional y social, esté consecuentemente estructura­do y dirigido".

Este profesor me desaprobó un seminario, cuan­do le dije: Tranquilo, mañana le voy a buscar un niño con retraso mental de la Escuela Especial de Santa Clara.

En mis más de tres décadas como especialista e investigador, debo haber leído no menos de 500 artículos sobre las estructuras de la personalidad. Realmente no coincido con ninguna al cien por ciento.

En el próximo artículo les ofreceré mi propio criterio.