Psicología y lógica.

29.07.2014

Por: Mariano Cañizares Parrado.

Desgraciadamente existen muchos profesionales dedicados al tratamiento de la mente humana, que no han contado con el privilegio de estudiar lógica. E inclusive, hay muchos países que no la incluyen como asignatura en los planes de estudios regula­res, ni en especializaciones. Sólo la encontramos en algunos posgrados y por su complejidad, en la mayoría de las oportunidades son despreciados.

Sin embargo, es bastante ignorante no aprender­la a profundidad, porque sólo así podremos evitar errores como el que les describiré a continuación.

Para poder abordar este tema a profundidad se hace necesario (aunque de manera muy superfi­cial), algunas definiciones, las cuales nos permiti­rán una mejor comprensión.

¿Qué entendemos por lógica? En todos los ám­bitos del saber, esta definición está asociada a lo puramente intelectual; específicamente todo aque­llo que está de alguna manera relacionado con la razón, los argumentos y la conclusión inductiva o deductiva, a la que arribamos después de cualquier estudio empírico o experimental.

Las distintas acepciones del término lógica nos permiten profundizar en los argumentos, los cua­les pueden estar inclusive alejados de la realidad abordada en un momento determinado, pero lo más sustancial resulta poder predecir la relativi­dad de las supuestas posibles realidades, presen­tes y futuras.

¿Qué es la psiquis? En mi vida profesional he po­dido leer más de diez libros (bastante voluminosos), sobre el surgimiento y desarrollo del psiquismo. Por tanto, sería totalmente imposible referirme a la complejidad de este término en toda su magnitud.

De manera muy resumida podemos decir: Es el reflejo de la realidad subjetiva y objetiva, por lo que, no se puede definir como una estructura ana­tómica, sino como la parte funcional de su base orgánica: El cerebro.

Su función refleja no sólo abarca los procesos cognoscitivos y afectivos, sino también la capaci­dad autorreguladora de la voluntad, que en defini­tiva es la que permite un nivel de adecuación acep­table con nuestra realidad.

Psicología, es una palabra extraordinariamente hermosa y más aún lo es, cuando en su ejercicio cumplimos con el verdadero significado que la de­signa: LÓGICA DE LA PSIQUIS.

Manejando a profundidad el término psicología, según su etimología, nos pueden surgir innumera­bles inquietudes, sólo refiriéndonos al intercambio con niños y adolescentes:

  • Orientaciones para el desarrollo de capacidades y habilidades en los niños.
  • Instrucciones para alcanzar la independencia en la adolescencia.
  • Aplicación de la política de estímulos, como consecuencia de los resultados alcanzados por los hijos en los distintos campos de interacción como ser social.
  • Manejo interactivo de las relaciones en el ho­gar...

Teniendo en cuenta el ejemplo explicado en artí­culos anteriores, sobre los niños que les forramos las paredes de su dormitorio para que puedan de­sarrollar con libertad sus habilidades artísticas, formemos el siguiente argumento, bajo la óptica de la lógica proposicional:

  1. En el mañana estos niños tendrán más desarro­lladas sus capacidades artísticas, que aquellos a los cuales no se les ha permitido pintar en las paredes de su dormitorio.
  2. Mañana los niños con prohibiciones no tendrán las habilidades referidas.
  3. Por tanto, serán niños con insuficiente desarro­llo de sus capacidades artísticas.

Evidentemente es un argumento con "suficiente veracidad", lo cual justifica a las variables proposi­cionales, como verdaderas; haciendo "imposible" la falsedad de la hipótesis. Sin embargo, la validez de este argumento no depende tanto de la variable proposicional, sino más bien de las variables inter­vinientes ajenas y no previstas.

Para mencionar sólo una, podemos decir que las paredes de nuestros dormitorios deben estar bien pintadas y con pulcritud suficiente, como para des­pertar en el niño hábitos de buena educación y mo­dales adecuados. Si proponemos semejante activi­dad (dibujos). Por supuesto, las paredes y muros de las calles representarán una sinonimia en el de cursar del desarrollo ontogenético de la personali­dad.

La extensión del contenido de las premisas, que sostienen un argumento supuestamente verdade­ro, indica la falta de capacidad lógica para predecir el alcance de las actitudes permitidas y facilitadas, con el objetivo de garantizar el desarrollo de algunas habilidades y capacidades; no así las implicaciones del comportamiento futuro. Lo que demuestra que no siempre, aunque las premisas sean verdaderas, la conclusión debe serlo. En este caso se observa un error muy costoso, originado por orientaciones, sin la aplicación y control de variables predictivas intervinientes en el proceso del desarrollo ontoge­nético de la personalidad.

Tener un título no necesariamente indica estar capacitado para ofrecer certeras orientaciones, porque un profesional de cualquier rama del saber, sin conocimientos profundos de lógica, es similar a un carpintero sin martillo, un jardín sin flores, un río sin agua...

Esto ha quedado justificado en el ejemplo an­terior, donde no se tuvo en cuenta las constan­tes lógicas; justificando así una conclusión erra­da, porque no se consideraron correctamente las expresiones de las que depende la validez de los argumentos. Es decir, las expresiones conectivas lógicas, han estado ausentes en el transcurso del desarrollo de las capacidades, lo cual trae por con­secuencia el deterioro de otra de las estructuras de la personalidad en formación, denominada: Direc­ción y orientación de la personalidad.

En uno de mis libros, titulado: "Curando la men­te a través del cuerpo" expresé: "La personalidad es una unidad sistémica integral, cualidad distintiva que no puede obviarse en el proceso de su forma­ción. Ello implica la responsabilidad de tener en cuenta la interacción dinámica de sus distintas es­tructuras, en el transcurso de un tratamiento psi­cocorrectivo".

"Cuando el especialista de la mente humana en el curso de una terapia, no es capaz de llevar en equilibrio el desarrollo de la inteligencia, capacida­des y habilidades etc. Con la formación de rasgos estables del carácter, capaces de inhibir los impul­sos temperamentales ante situaciones generadoras de conflictos, por lo general las consecuencias son muy indeseables, porque la dirección y orientación de la personalidad, como máxima capacidad de autorregulación y adecuación, pierde su efectivi­dad, apareciendo como consecuencia los compor­tamientos neuróticos".