Pobreza mental y coronavirus II. Aislamiento o auto represión.
Por: Mariano Cañizares Parrado.
Cada día me siento más orgulloso de llevar en mis sistemas circulatorios, la sangre de dos grandiosas naciones de este mundo y época en la que nos ha tocado vivir.
Ser colombiano y cubano, es hoy un privilegio para cualquier ser humano, teniendo en cuenta las circunstancias que nos invaden por la presencia del COVID-19.
No me gusta la política. No por la corrupción, o la hipocresía y la posible múltiple personalidad de un político. Sino sencillamente porque es una profesión incoherente con mi modo de pensar y vivir.
De Colombia y Cuba puedo escribir un libro bien voluminoso, sólo hablando de cosas buenas, oportunas y valiosas para dar ejemplo al resto del mundo. No somos sólo narcotraficantes o comunistas. Somos mucho más. Lo cortés no quita lo valiente. Ambos países tienen en su mundo interno un sinnúmero de valores ejemplarizantes. Tantos, que he pensado dedicarle un tiempo a escribir un libro que no hable de izquierda o derecha, sino de cómo fuera muy provechoso para la humanidad, hacer una sociedad ecléctica y dialéctica, donde se construya sobre la base de lo positivo de estas dos hermosas naciones.
Pero este no es el tema de hoy, algo mucho más apremiante nos ocupa (COVID-19). Donde cada error que cometamos puede ser fatal para el equilibrio del ser humano. Ya sea de su salud o economía. Ambos en estos momentos, si los subimos a una balanza, no podremos predecir cuál será más dañino. En este sentido, sólo basta apoyarnos en una frase que se ha hecho viral: "PREFIERO MORIR A CAUSA DEL VIRUS Y NO DE HAMBRE".
En Colombia, lugar elegido por mí para vivir mientras se controle esta pandemia mundial, podemos referirnos a muchos aspectos. Algunos preocupantes y otros no tanto.
La capacidad del gobierno nacional y la de las distintas regiones del país para controlar el contagio de este sorprendente virus, será un medidor extraordinario para valorar la inteligencia de quienes han sido elegidos para dirigir nuestros destinos. En este sentido hay que tener mucho cuidado con los extremos. Siempre la medida exacta da lugar al éxito.
Cuando decidí elegir la especialidad a ejercer en el campo de las ciencias médicas, busqué aquella, donde se me escaparan muy pocas cosas de la naturaleza humana. Por eso estudié Psicofisiología. Tema muy amplio. Tanto, que ya tengo escritos 14 libros y aún me faltan muchos más.
Estoy muy atento a cada palabra de los médicos seleccionados por la presidencia de la República, por los canales de televisión y sobre todo, por los que tienen la posibilidad de hablarle al pueblo todos los días. En sus intervenciones hay aciertos. Eso es lo correcto. Lo malo son los criterios adelantados, sin mucho sostén científico. Les sugiero ser cautelosos en este sentido. Limitémonos a lo que sabemos, no sólo como médico, sino más que todo, como especialistas. Un ejemplo puede ser muy didáctico: Qué hace un médico, sin ser Psiquiatra, hablando de temas emocionales, o un especialista de la mente humana, hablando de infectología.
Como muchos de mis pacientes conocen, la primera carrera que estudié fue economía, la cual ejercí con mucho éxito durante dos años. Por eso me gustaría advertir sobre las dos líneas de compromiso, en el manejo de las distintas aristas de esta enfermedad.
1-. La salud y la vida.
2-. La economía, no sólo del país como un todo, sino de cada colombiano en particular.
En la primera, debemos insistir en lo que yo le llamo AUTO REPRESIÓN, en mi libro: "Enfermedad, desvergüenza y perversión".
La auto represión yo la defino como el conocimiento adquirido, para poder determinar de manera rápida que debo controlar de mi comportamiento para llegar al logro de un objetivo trazado, teniendo en cuenta el mundo que nos rodea. Es decir, debo cumplir con todas las medidas de seguridad para evitar contagiarme, pero a la vez, debo ser capaz de convencer de ello a quienes me rodean, para que nadie salga dañado.
En la segunda quiero ser categórico. El aislamiento es insostenible, no sólo para la economía de bolsillo, sino para la del propio país. Por tanto, hay que insistir en la instrucción, pero no en la represión.
Finalmente quiero decirles, como le expresé a un profesor de filosofía cuando aún era estudiante: Creo en Dios, pero no en el hombre. Hoy les digo: Creo en el orden, pero ojo con otorgar demasiado poder a la policía. Ellos también son hombres cargados de defectos como cualquier otro.
Un abrazo. Que Dios los proteja.