Placeres o terquedad.
Por: Mariano Cañizares Parrado.
Un ejemplo hipotético les podrá demostrar fácilmente, el por qué las principales causas de muerte en el mundo, son resultantes de un trastorno del comportamiento.
Tiene edad superior a los 45 años. Es portador de obesidad grave, con índice de masa corporal por encima de 40. Hipertensión arterial, con medicación a dosis alta. Diabetes. Compromiso serio en muchos de sus sistemas circulatorios... ¿Cómo llegó a este estado?
Los riesgos de la hipertensión arterial son múltiples: Accidentes cerebrovasculares, infarto del miocardio, insuficiencia cardíaca... Ninguna de estas patologías son muy amigas de la subsistencia humana. Por ejemplo, conocemos que en Colombia es la primera causa de muerte y como si fuera poco, aquellos pacientes que alguna vez se han visto afectados por una de estas patologías, saben con total claridad sobre sus secuelas, las cuales requieren de cuidados extremos, para no volver a correr riesgos mortales.
También es conocido, que los efectos de la hipertensión arterial, provoca la aparición de problemas renales en personas con diabetes. Muy común además, resulta observar a una persona obesa padeciendo de hipertensión, diabetes y problemas renales al unísono. Inclusive, la diabetes es una de las principales causas de la insuficiencia renal.
Observen algo muy curioso, referido a cómo se alimentan las causas y las consecuencias entre estos tres tipos de enfermedades, en extremo peligrosas para el equilibrio biológico del cuerpo humano.
¿Será que la obesidad provoca la hipertensión arterial y la diabetes? ¿Los problemas renales provocan la hipertensión arterial? ¿La diabetes provoca la insuficiencia renal y con ello, el aumento de la tensión arterial? Estas y otras al respecto, son preguntas comunes y cotidianas en todos los pacientes; las cuales son en extremo extensas para contestarlas. Lo cierto es, que ellas interactúan y unidas, resultan ser una de las principales causas de muerte en todos los países del mundo.
La diabetes aumenta considerablemente las probabilidades de aparición de cardiopatías y de accidentes cerebrovasculares. Inclusive, la Organización Mundial de la Salud (OMS), plantea que los pacientes diabéticos en un 50% mueren de enfermedades cardiovasculares.
En un paciente diabético, sufrir un accidente, o la picada de un insecto, o las propias úlceras provocadas por la diabetes, hacen posible que se multiplique el riesgo de infección, las cuales en muchos casos llevan hasta los extremos, exigiendo realizar amputaciones en las zonas comprometidas, como consecuencia de la enfermedad.
La pérdida de visión en pacientes diabéticos (retinopatía diabética), es muy frecuente. Inclusive, un estado emocional fuera de los límites normales y de manera mantenida, arroja una enorme probabilidad de aparición de ceguera.
Lo más curioso de estas explicaciones, es que por lo general los pacientes portadores de estas patologías, son profundos conocedores de las posibles consecuencias de las enfermedades referidas, e inclusive, saben el peligro que corren cuando violan las indicaciones de su médico.
Estas enfermedades tienen muchas diferencias, pero poseen dos cosas en común: Son irreversibles (no se curan). Son totalmente controlables y en un porciento elevadísimo, sin la utilización de medicamentos de ninguna naturaleza. Requiere únicamente de un comportamiento maduro, responsable y disciplinado. En pocas palabras: NORMAL. Ello permitirá cumplir con éxito las indicaciones del especialista.
Ahora bien. ¿Por qué tantas referencias a los peligros inminentes para la vida, cuando padecemos algunas de estas patologías? Muy sencillo.
¿Puede concebir la existencia de pacientes, que habiendo perdido más de 20 Kg. de peso, gracias al tratamiento impuesto por un profesional de la salud, por el sólo hecho de acercarse las fiestas del fin de año, o un día festivo, o su cumpleaños, o la graduación de uno de sus hijos; de manera totalmente irresponsable, recupere cinco kilos bajo el pretexto del compromiso social?
¿Cree usted aceptable que un paciente con todos estos riesgos amenazantes a su existencia, justifique no hacer un determinado tratamiento, por tener exceso de trabajo?
Nada justifica poner en riesgo su vida.
Más preocupante es, cuando después que el médico le explica con lujo de detalles el por qué hay alimentos que no debe consumir y cuáles son los indicados para controlar su enfermedad, aparecen frases como estas: "Yo no puedo abandonar el café". "¿Tampoco puedo consumir lácteos?". "Dr. llevo 40 años durmiendo la siesta, definitivamente no puedo dejar de hacerlo". "Me da pena cuando visito un amigo decir a todo que no, eso realmente es repugnante"...
Pero más significativo aún, es cuando en la próxima consulta
llega expresando de manera totalmente natural otra frase: "Doctor, es increíble
lo que me dijo. Cada vez que pruebo un alimento que usted me ha prohibido, me
siento muy mal". Esas afirmaciones tienen un solo calificativo. Pertenecen a
personas que les encanta ser mendigos de sí mismo.