Fe y aprendizaje.
Por: Mariano Cañizares Parrado.
No se puede aprender sin interiorizar el significado de la energía de la fe. Sin ella nada se puede hacer en nuestra vida. Es en extremo difícil su entendimiento e interiorización verdadera, pero intentaré ser lo más didáctico posible.
Ruego lean con detenimiento la parábola del sembrador (Mt 13,1-9; Lc 8, 4-8), no importa que no crea en ningún Dios. Que la haya estudiado a profundidad. No busque excusas. Leála por favor. Seguro les interesa conocer mi modo de ver las cosas desde todos los ángulos de interacción del ser humano.
Parábola:
"Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago, y se reunió una muchedumbre tan grande, que Jesús tuvo que subir en una barca; ahí se sentó, mientras la gente estaba en tierra, junto a la orilla. Les estuvo enseñando muchas cosas en parábolas y les decía: "Escuchen, salió el sembrador a sembrar. Cuando iba sembrando, unos granos cayeron en la vereda; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, donde apenas había tierra; como la tierra no era profunda las plantas brotaron enseguida; pero cuando salió el sol, se quemaron, y por falta de raíz, se secaron; otros granos cayeron entre espinas; las espinas crecieron, ahogaron las plantas y no las dejaron madurar. Finalmente, los otros granos cayeron en tierra buena; las plantas fueron brotando y creciendo y produjeron el treinta, el sesenta o el ciento por uno". Y añadió Jesús: "El que tenga oídos para oír que oiga".
Y les dijo a continuación: "Si no entienden esta parábola, ¿cómo van a comprender todas las demás? El sembrador siembra la palabra".
"Los granos de la vereda son aquellos en quienes se siembra la palabra, pero cuando la acaban de escuchar, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos".
Ahora bien, ¿quién es Satanás? La sobre valoración, el orgullo mórbido, la envidia, la codicia, la arrogancia, la prepotencia, el ego exagerado... Estas son las personas que hacen modificaciones en su vida, pero no las que le aconsejó aquella persona a quien fueron a pedir asesoría. Inmediato a su salida, empiezan a hacer creaciones personales y nada funciona. Es decir, se creen tan inteligentes que cuando mejor se sienten, están arrepentidos de haber solicitado ayuda.
Un ejemplo típico puede ser el de una persona hipertensa. Al asistir a la consulta de un especialista alternativo, piensa que es mucho sacrificio y sale resignado a lo más fácil; tomar una enorme cantidad de medicamentos, que sí pueden controlar su hipertensión, pero son tantos los efectos secundarios, que no podemos precisar con exactitud, cuál es peor: La cura o la enfermedad.
"Los que reciben la semilla en terreno pedregoso, son los que al escuchar la palabra, de momento la reciben con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y en cuanto surge un problema o una contrariedad por causa de la palabra, se dan por vencidos".
La inestabilidad, la ansiedad, el estrés, la pobre autovaloración, el exceso de elegir entre otras opciones y la mezcla de sistemas de tratamiento (a veces contrapuestos), ocasionan un final donde se quedan sin ninguno. Están vencidos.
"Los que reciben la semilla entre espinas son los que escuchan la palabra; pero por las preocupaciones de esta vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás que los invade, ahogan la palabra y la hacen estéril".
Aquí están las personas que dudan de todo, los desconfiados, los paranoides, los que tienen demasiado poder tanto político, económico o social y por qué no intelectual. Ellos se sienten por encima del bien y el mal, no les importa nada. Se las saben absolutamente todas. Hacen que no funcionen las cosas.
Para continuar con el mismo ejemplo. Siguen bien un día las orientaciones de un maestro o un médico y después lo destruyen todo, justificando falta de tiempo, exceso de disciplina, demasiada ocupación... Así se dan la razón ellos mismos. "Esto no funciona".
"Por fin, los que reciben la semilla en tierra buena, son aquellos que escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha: unos de treinta, otros de sesenta y otros, de ciento por uno".
Estos tienen la energía que les da la fe. Como dijo Jesús en la parábola de la semilla que crece por sí sola: "Pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; la tierra por sí sola va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha". (Marcos 4, 27-29).
Cuando siembra la semilla y hasta que nace; es la paciencia para escuchar.
Cuando la cuida, cultiva y protege; es la capacidad para comprender.
Cuando agarra la hoz porque ha llegado el tiempo de la cosecha; es la voluntad para actuar.
Hoy mientras leen este artículo (si han leído los 11
anteriores), están teniendo paciencia para interiorizar, que las grandes cosas
exigen calma y dedicación. Mañana, las reflexiones que invadirán su mente y
espíritu, darán consciencia acerca de la capacidad para comprender. Si al leer
todos los artículos de este ciclo llegan a reconocer que son mendigos de sí
mismo, tendrán sin dudas la voluntad para actuar, con los conocimientos
suficientes para ser dueños de sí mismo y no mendigos.