¿Enérgico o enfermo?
Por: Mariano Cañizares Parrado.
El desarrollo indetenible de la ciencia ha venido a resolverle muchos problemas al ser humano. Sin embargo, está dando origen a otros, que ya nos ponen a pensar en la posibilidad de volver a los taparrabos de los antiguos indígenas. Cada día me convenzo más de que eran personas muy superiores a los que hoy se creen los dueños del universo.
Hace más de 3 décadas, vengo expresando mi preocupación sobre el evidente desequilibrio creciente entre la necesaria armonía del hombre "moderno" con el supuesto desarrollo de la tecnología.
La mente con sus debilidades está destruyendo a pasos agigantados la estabilidad del cuerpo, apareciendo las llamadas enfermedades silenciosas, producto de la acción destructiva de la ionización positiva, las radiaciones electromagnéticas y los radicales libres endógenos y exógenos. (Mencionados en mi libro "Quien me lee no enferma").
Es más doloroso contar con la capacidad de pensar y no poder utilizarla, que definitivamente haberla perdido. Hoy la muerte mental es más grave que la muerte cerebral, porque la obsesión compulsiva hacia: Celulares, tabletas, computadores, microondas, cámaras solares... están potenciando aceleradamente el ya dañado equilibrio de los iones en la atmósfera.
En el año 1993 fui invitado por la señora Susana Giménez a su programa televisivo "Hola Susana", trasmitido por canal once argentino de aquel entonces. El tema resultaba algo muy novedoso para la época. Se trataba de los efectos de las tormentas solares y la conmutación iónica sobre los seres humanos.
En aquella oportunidad dije: "La presencia de iones positivos aumenta por día y será en el futuro inmediato nuestro principal enemigo, sobre todo porque no es percibido conscientemente por nuestros órganos sensoriales, pero sí por la fisiología del cuerpo, el cual siempre resulta más inteligente que la mente..."
"...El daño de la capa de ozono, como el producto de los constantes bombardeos de la inconsciencia de lo consciente en los seres humanos, potenciado por la acción directa de las radiaciones electromagnéticas, hacen posible que los iones positivos interactuantes con nuestra biología, resulten totalmente insoportables para mantener el equilibrio psicofisiológico..."
Además de lo planteado en aquella entrevista; en mi libro "Enfermedad, desvergüenza y perversión", en la página 122, refiriéndome a los efectos de las tormentas solares, expresé: "... en esencia el comportamiento de los seres humanos está muy influenciado por el ambiente predominante en cada día: Calor, frio, seco y húmedo,...".
"En los días de mucho aire predomina el mal humor, la incomodidad ante estímulos sin carga psicotraumatizante objetiva. Bajo nivel de comprensión, con predominio de la distractibilidad del proceso de la atención. Poco afectivos".
"Días de lluvia: Se muestran extraordinariamente perezosos, lentos, con pobre nivel de reacción ante estímulos exigentes de alta precisión y seguridad..."
"Días muy fríos: Son cumplidores, pasivos, complacientes, prudentes, pacientes y afectivos. Con muy buena empatía en la comunicación con los demás..."
"Días calientes y secos: Hacen posible que hasta los temperamentos apáticos, sentimentales y flemáticos aparezcan realmente desdoblados. Pareciera que todos fuéramos coléricos y apasionados, donde los niveles de reflexión y manejo adecuado del pensamiento crítico están totalmente obnubilados..."
Todo ello unido a los radicales libres endógenos, generados por las malas combinaciones alimentarias, el deterioro de los ritmos circadianos del sueño, la deficiente oxigenación, por creer que practicar técnicas yoga es una idiotez y la carencia de actividad física frecuente, hacen de la vida somática un verdadero infierno. Sin dudas, la debilidad de la mente vence por segundos la objetividad del cuerpo.
Muchos ejemplos pueden hacernos consciencia de los daños ocasionados por la sobreexposición a iones positivos excesivos, pero sólo uno es suficiente: Cuando usted sienta corrientasos eléctricos al tocar un metal o saludar a un amigo; sería bueno que no se le ocurra pensar que es el producto de ser una persona enérgica, o que su energía es superior. Todo lo contrario: La carga de iones positivos almacenados en sus estructuras celulares ya rebasa los límites de lo permitido, provocando desequilibrios mortales de los campos biomagnéticos de sus órganos internos. Daños a veces irreversibles.
Y como si fuera poco, en la actualidad se piensa que la única manera efectiva de deshacerse de esas concentraciones excesivas de iones positivos en nuestro cuerpo es precisamente con la compra de ionizadores electrónicos. Me parece esta solución una adicción más al "desarrollo" tecnológico.
Queridos lectores, nos ha tocado vivir en un mundo loco y de
locos. Quiera Dios que alguien tenga el privilegio de no contagiarse, porque es
la única manera de no terminar siendo un mendigo de sí mismo.