Sanitario para las mascotas.
Por: Mariano Cañizares Parrado.
Dios nos ha dado el privilegio de ser los únicos animales portadores de consciencia y también nos ha enseñado cómo utilizarla en beneficio de la humanidad. Sin embargo, la arrogancia que nos caracteriza, ha hecho posible que ancestralmente, siempre hayamos querido controlar y gobernar todo aquello que esté a nuestro alcance; no se escapa ni el León.
Sería bueno preguntarse si realmente domesticamos a los animales por amor, o por demostrar nuestra "superioridad".
La prepotencia de los seres humanos, nos lleva aceleradamente a hospedar dentro del hogar, los principales enemigos de nuestra salud y ya estamos transitando por los extremos.
En este mundo neurótico no tenemos un zoológico en la vivienda, porque afortunadamente se han establecido a tiempo, regulaciones que lo prohíben. Si esto no existiera, fuera muy común ver en el jardín de cualquier casa, una jirafa robándole las ramas de los árboles al vecino. Sin dudas, estuviéramos enfrentando un conflicto más.
La cantidad y variedad de mascotas deseadas, bajo la excéntrica sabiduría humana, rebasa los límites de la normalidad. En estos momentos no nos conformamos con los perros, gatos, peces, conejos, aves... sino además, estamos invadiendo nuestra convivencia con animales exóticos como: Serpientes, lagartos, monos, ratas y otros, que por supuesto, aumenta la probabilidad de más enfermedades; muchas de ellas causantes de la muerte, no sólo de la mascota, sino más que todo, de los seres más queridos, nuestros hijos.
Las enfermedades virales, bacterianas, micóticas, parasitarias... Así como las alergias de diferente naturaleza, están ocupando hoy día la mayor frecuencia en consultas médicas y casi en su totalidad, son provocadas por la tenencia de mascotas.
Los niños son la población más susceptible a contraer enfermedades tales como: Toxoplasmosis, helmintiasis, toxocariosis, leptospirosis, asma, bronquitis...Sin restarle importancia a la enorme cantidad de anomalías congénitas, tanto estructurales, metabólicas como funcionales, las cuales resultan agentes de discapacidades, capaces de arrebatar la felicidad de cualquier seno familiar, no sólo por tener un niño especial, sino porque muchas de ellas causan la muerte y todos sabemos, que este acontecimiento nos entristece eternamente.
Cientos de vidas dejan de existir cada día por madres contagiadas con toxoplasmosis (enfermedad provocada fundamentalmente por la tenencia de gatos en el hogar), donde los resultados de laboratorio, arrojan muy alta probabilidad de anomalías congénitas, dadas por infecciones intrauterinas, teniendo que interrumpir un embarazo y con él, destrozando la planificación familiar y la vida afectiva, de quien había confiado en Dios, para alcanzar la felicidad, viviendo el privilegio exclusivo de educar un hijo.
Supongamos que tuvimos la suerte de evitar las anomalías congénitas. Nació nuestro hijo y con él, miles de planes para el futuro familiar, pero no contamos con las conductas neuróticas de los vecinos o de nosotros mismos y seguimos sometidos al peligro inminente de un enemigo común y muy sutil: Los contenidos de la tierra, el agua y las hojas de los parques, jardines y aceras por donde transitan nuestros hijos.
Hoy solamente haré énfasis en una enfermedad provocada por el mejor amigo del hombre: "El perro". La Toxocariosis. Contemplando exclusivamente la infección por larvas de los parásitos toxocara canis.
Más del 30% de los perros a nivel mundial están infectados con este terrible parásito y es aún más común en los cachorritos, que por supuesto, son los más afectivos y apegados a los bebés.
La incidencia de esta infección es tan frecuente, que ha pasado a ser considerada por la OMS, como un problema de salud mundial, porque la presencia de los huevos de toxocara, ya forman parte de nuestro ambiente cotidiano.
La forma más frecuente de contagio con la enfermedad, es cuando el ser humano ingiere los huevos embrionados, presentes en lugares contaminados con heces fecales, de perros portadores del parásito.
Sería muy oportuno preguntarle a los dueños de caninos, si ellos sacan el perro a los parques, para que gocen de la libertad que se les ha privado, o si lo hacen para que orinen y defequen y de esta manera, evitar los olores y riesgos para la salud en su propio hogar. Estimo no es necesaria esta interrogante.
El nivel de desprecio por la estabilidad del prójimo ha llegado a los límites extremos, llevando implícito en cada comportamiento, la expresión máxima de una conducta neurótica: "Sálvese quien pueda". Por eso vemos a cualquier ciudadano, sobre todo, de clase media a alta, salir con su mejor amigo a realizar ejercicios en un parque público, pero mientras él corre, su perrito, sin consciencia del daño que puede provocar a niños inocentes, hace sus heces en cualquier parte.
¿Será que este personaje sale a hacer sus ejercicios con el amigo, para sentirse acompañado? O con el disimulo de estar corriendo, encubre su responsabilidad, como principal agente de enfermedades, capaces inclusive de provocar la muerte.
¿Es necesaria esta pregunta?
En este mundo neurótico es más común alimentar a un perro,
que auxiliar a un niño mendigo. Por tanto, sugiero a las empresas
constructoras, fabricar casas con sanitarios para mascotas. A los gobiernos,
crear leyes incluyentes de sanciones más severas, para estas conductas
neuróticas y a los medios de comunicación masiva, ofrecer un espacio más
amplio, para la educación de los pueblos, que sin duda es el camino más corto
para evitar convertirnos en mendigos de sí mismo.