Frecuencia sexual.

19.03.2019

Por: Mariano Cañizares Parrado.

Siento una enorme alegría cuando cada día, todas aquellas personas que interactúan conmigo y con mi señora, me dicen algunas frases ya muy repetidas:

"Doctor, su señora en todo momento es un amor". "Que dulzura se siente en cada una de sus palabras". "Jamás tiene mal carácter; usted debe ser un hombre muy feliz"...

Realmente soy un hombre extraordinariamente feliz porque mi señora y yo hemos decidido sacar de nuestras vidas todas las causas o motivos que pueden dar lugar a un desliz sexual:

Los olores desagradables, ya sean por halitosis o falta de aseo, sobre todo de los órganos genitales.

La crítica constante, intentando hacer culpable al otro sobre algo que no haya tenido los resultados esperados.

La violencia tanto de palabras como física.

Odiamos lo rutinario, monótono, o apoyado en prejuicios y costumbres ancestrales.

Decidimos borrar de nuestra mente las experiencias sexuales anteriores. Sólo las consideramos para enriquecer las nuestras.

La comunicación con amigos o amigas de como hace el amor su pareja. Si nos gusta lo llevamos a la cama, de lo contrario ni lo consideramos.

La mala comunicación entre nuestros familiares la tenemos vetada en nuestro hogar.

Los problemas económicos, gracias a Dios los tenemos resueltos.

Los niveles culturales e intelectuales son equivalentes y a pesar de que le llevo 26 años de edad, ya ella me enseñó a bailar el reguetón y yo la hice amar la música de los 70. Para ser más puntuales, bailamos un reguetón y en la próxima pieza lo hacemos con música romántica.

Y finalmente, somos tan dinámicos y creativos que tenemos a gusto y sin dificultad, al menos 12 relaciones sexuales por mes.

No existe una toma de decisiones, sin ser consultada con el otro y sólo la ejecutamos, cuando ambos estamos de acuerdo en lo correcto de la postura adoptada y que por supuesto, nos pueda ser útil, tanto para el presente como para el futuro.

Nuestra vida ha sido un constante ascenso en todas las esferas de interacción como seres sociales y podemos gritar hacia los cuatro puntos cardinales, que la única energía proyectada a todos los conocidos, es el amor.

Nuestra unión es tan fuerte, que donde no puede estar ella, yo tampoco, y viceversa. Eso nos ha provocado algunas incomprensiones con amigos y amigas (sobre todo aquí en Colombia), pero al final han comprendido, que para nosotros no existen los solos y las solas, sino nuestra presencia en pareja.

Siempre he sido un convencido total, de que los cimientos de una buena relación de pareja, están firmes, en la misma medida en que existe total compatibilidad en la cama. No se trata exactamente de dormir mal o mejor, sino sentir voluntariamente la necesidad de compartir energías, en una excelente y deseada relación sexual.

Sin dudas, no nos hacen falta los deslices y si alguna vez fuera, estoy seguro contaremos con suficiente flexibilidad del pensamiento como para que no sea necesario romper el contrato.

Con casi 65 años, no tengo arrugas. Conservo todo mi cabello. Mi dentadura intacta. Hago dos horas de ejercicio por día. Duermo siete horas y media diarias de manera ininterrumpida y jamás siento un síntoma de cansancio o angustia. Todo ello potenciado porque el sexo es la máxima expresión de las actividades físicas y mentales, capaces de restaurar los niveles de melatonina; hormona secretada por la glándula pineal, con innumerables funciones; todas benéficas para el equilibrio permanente del cuerpo humano. Se le llama la hormona de la belleza, porque es un excelente antioxidante. Por tanto, evita el envejecimiento precoz.

A mi criterio, la gran diferencia entre un buen o mal médico, está en que a los malos les encanta hacer trabajar al organismo artificialmente (a base de medicamentos, ya sean homeopáticos o alopáticos), mientras los buenos, obligan al organismo a cumplir todas las funciones de manera natural, sin la imposición de ningún componente químico. Por tanto, no pretendo sugerir la ingestión de melatonina, como facilitador del rejuvenecimiento y el óptimo rendimiento de las funciones psicofisiológicas del ser humano, sino invertir los polos. Ello implica romper con el absolutismo de que ésta es una hormona, carente de concentración suficiente en el ser humano, a partir de los 30 años y que va desapareciendo, en equivalencia a los años cumplidos.

Todo en mi periódico es una realidad comprobada. Por tanto, estos criterios están apoyados en una investigación que realicé desde el año 1984 y hasta el 22 de diciembre del 2010.

La muestra estuvo conformada por mujeres entre los 45 y 52 años de edad. Sus resultados me han otorgado el enorme privilegio de asegurar, que la angustia es la hermana carnal de las arrugas.

Con el fin de no hacer denso un artículo periodístico les comunico que las bases metodológicas y de procesamientos estadístico matemático, los pueden encontrar en la página 281 y 282 de mi libro: "Soy neurótico pero me encanta".

El análisis de los resultados contiene 63 páginas, pero les ofreceré las conclusiones fundamentales:

Valorando la variable dependiente de los calores y las sudoraciones, pudimos constatar:

De las mujeres del primer grupo, sólo el 3,2% tenían una frecuencia sexual superior a diez relaciones mensuales. Mientras, en el segundo grupo, el 63,7% superaban la cifra antes mencionada.

Cuando consideramos el insomnio y los dolores generalizados, el primer grupo se mantuvo con un porciento similar, pero en el segundo grupo encontramos algo extraordinariamente curioso. Las mujeres entre 45 y 52 años, que no padecían de calores ni sudoraciones, pero además, dormían como bebés y los dolores jamás las habían acompañado; realizaban el sexo con una frecuencia superior a 11 veces por mes. Por supuesto, ni hablar del carácter. Eran un amor durante las 24 horas, los 365 días del año.

No existen las mujeres con mal carácter, sino aquellas que sufren de una insuficiente frecuencia sexual. Cuando usted observe a una mujer con mal humor, no le pregunte si desayunó con vinagre. No la culpe. Compréndala, y trate de averiguar qué tiempo lleva sin tener relaciones sexuales. Le aseguro que si tiene menos de 50 años y no practica el sexo, al menos tres veces por semana, los resabios no son porque se está poniendo vieja, ni por problemas hormonales, sino sencillamente, porque sufre del síndrome denominado: "Falta de frecuencia sexual".

Si tiene más de 50 años y se muestra demasiado temperamental, tampoco la censure injustamente. Tenga por seguro, que su frecuencia sexual antes de esta edad, era inferior a 12 relaciones por mes y desgraciadamente no ha tenido la oportunidad de recuperar lo perdido, después de los 50.

Cuando ocurren cosas así, la ausencia de frecuencia sexual adecuada, es una fórmula matemática potenciada al cuadrado. Siempre a favor del mal carácter, la angustia y las arrugas; con todos sus acompañantes: Insomnio, envejecimiento precoz, dolores generalizados, calores y sudoraciones. En definitiva, es fácil advertir que el abandono de la vida sexual es el paso más firme para convertirnos de manera acelerada en un mendigo de sí mismo.