¿Los hijos de quién?

08.06.2021

Por: Mariano Cañizares Parrado.

En el año 1984 comencé el estudio minucioso de las terminales nerviosas del Sistema Nervioso Somático. Desde aquel entonces establecí grupos conductivos neurovegetativos para cada tipo de disfuncionalidad de los campos biomagnéticos de los órganos internos del cuerpo humano. Muy rápido me percaté que estos puntos pulsados en determinadas zonas del cuerpo, provocan estabilidad total, no sólo de órganos, vísceras y sistemas, sino además de la dinámica funcional de los distintos neurotransmisores, y con ello la concentración adecuada de las secreciones hormonales, en dependencia de las exigencias psicofisiológicas, tanto de la mujer como del hombre.

Al principio no dirigí mi sistema a la optimización de los órganos reproductores. Todo comenzó por un chiste de una paciente argentina, cuando me dijo con risa picardiosa: "Doctor. Hace un año que no asisto a su consulta, no porque no quisiera, sino porque su secretaria me dijo que la dígitopuntura no era aconsejable en las mujeres embarazadas, y además debía esperar a terminar la lactancia". Le contesté: Si eso es verdad, pero porqué se ríe. Tener un hijo es algo muy serio. Inmediatamente me contestó: "Doctor; llevaba varios años intentando tener hijos y no quedaba embarazada, ni con tratamiento de fertilidad, y usted me ha tocado mi cuerpo sólo con sus manos en dos ocasiones y quedé embarazada de inmediato".

Ya con un poquito más de confianza me dijo ahogada por la risa: "Y no se imagina cuántos hijos tiene regados sin saberlo; menos mal que no tienen nada que ver con su ADN".

A partir de ese momento por demás agradable, presté mucha atención y empecé no sólo a realizar la dígitopuntura, sino además, teniendo muy en cuenta los sistemas alimentarios indicados a estas pacientes durante todo el tratamiento.

Hoy tengo hijos regados no solamente en la Argentina, sino también en: Colombia, Cuba, Estados Unidos, Chile, Panamá, España, Italia, Israel, Alemania, Francia, Venezuela, México, Canadá, Brasil... Y lo más gracioso de todo es que con frecuencia le juro ante Dios a mis pacientes, amigos y familiares, que jamás he traicionado a mi señora.

Como siempre. Un abrazo para todos y uno para mí, y que Dios nos siga protegiendo.

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