Lo benigno y lo maligno.
Por: Mariano Cañizares Parrado.
El control mental benigno forma y fortalece la personalidad propia. El maligno busca incesantemente la despersonalización.
Los antecedentes del control y autocontrol mental son tan antiguos como la humanidad misma. Lo único que cambia permanentemente es el perfeccionamiento de los métodos y técnicas utilizadas, no sólo para el condicionamiento de los distintos procesos psicológicos, sino además y de manera muchas veces perversa, implantar dominio sobre otras mentes. Especialmente en aquellas susceptibles a la sugestión, proveniente de personas entrenadas a tales fines.
El control mental se puede utilizar para múltiples objetivos, pero sólo existen dos líneas predominantes en su práctica:
- Bueno: Generalmente proviene de profesionales encargados de la optimización benigna de la mente humana. Fundamentalmente: Familiares, maestros, psicopedagogos, psicólogos y psiquiatras.
- Malo: Por lo general intervienen los mismos agentes, pero hay algo muy especial en su puesta en marcha: Siempre proviene de familias autoritarias, maestros, psicopedagogos y políticos utilitaristas, publicistas, psicólogos y psiquiatras entrenados para destruir la personalidad propia y dar paso acelerado a la dependencia, sumisión, resignación, miedo y porque no, estados de "amor" pasional hacia una monarquía, secta, dictadura... Esta última muy común en el siglo XX y XXI, sobre todo, en Europa, Asia y América Latina.
Refiriéndonos a los beneficios para la persona sujeta a control mental, se pone de manifiesto:
- Formación de reflejos condicionados para reprimir conductas inadecuadas ante la hostilidad del medio. Los cuales, por lo general se establecen en el tratamiento bajo estado hipnótico.
- Orientar sobre el camino de la eliminación de síntomas o entidades nosológicas: Psicológicas o psiquiátricas. Acá el método más conveniente es la psicoterapia, sobre todo, con técnicas cognitivas.
En el año 1986 se presentó una situación muy particular con los choferes de ambulancias en la República de Cuba, la cual consistía en una accidentalidad extremadamente elevada. Era algo muy paradójico: Recogían al paciente y en vez de salvarle la vida, lo llevaban a la muerte.
Ante una problemática tan inexplicable, no solucionada con procedimientos administrativos y menos aún, con tratamiento psicológico en estado de vigilia; el Ministerio de Salud Pública solicitó mis servicios para atender a estos choferes profesionales por medio de tratamiento hipnótico.
Se crearon todas las condiciones necesarias para que cada sesión se llevara a efectos bajo el máximo rigor científico:
- Cámaras de hipnosis, con aislamiento absoluto del medio exterior.
- Divanes convenientemente construidos en dependencia de la estatura y peso corporal del paciente.
- Ambiente climatizado.
- Sistemas de luces y sonidos previamente estudiados, según el medio en que se desarrollaba la conducción de las ambulancias. Con especial atención en las condicionantes de cada accidente.
- Tecnología médica de avanzada, la cual incluía entre otras: Registros electroencefalográficos, electromiográficos y electrooculográficos.
- Tiempo ilimitado.
- Horarios homogeneizados.
Cuando la sesión estaba avanzada y el paciente transitaba por la fase alfa-beta del sueño hipnótico; comenzaba el proceso sugestivo, con el objetivo de formar reflejos condicionados, capaces de fortalecer la autorregulación no consciente, ante situaciones generadoras de tensión psíquica, con potencial suficiente para desencadenar en un acto de agresividad.
Siempre he dicho que a un cerebro irritado no hace falta vencerlo; frase que he comprobado bajo rigurosos procedimientos experimentales, donde la irritabilidad ha obstruido al pensamiento lógico.
Aprovechando estos conocimientos, formé reflejos condicionados en fase alfa-beta del sueño hipnótico, donde cuando la agresividad se imponía, a la vez el inconsciente llamaba a la reflexión no consciente y el chofer se sentía calmado, pero sin saber a profundidad por qué había actuado prudentemente.
En próximas sesiones hipnóticas se manejaba el tránsito de lo inconsciente a lo consciente, de tal manera que el chofer fuera interiorizando de manera consciente, los beneficios de la paciencia y la prudencia. De un reflejo condicionado a nivel subcortical, nacía un comportamiento permanente, llegando a formarse como un rasgo estable del carácter, con plena intervención del pensamiento lógico.
Esta investigación asistencial duró un año; tiempo suficiente para bajar el índice de accidentalidad en las ambulancias de Cuba a los rangos más bajos a nivel mundial.
Una cualidad del control mental bajo estas circunstancias, es su estabilidad en el tiempo. Es decir, llega a formar parte de la personalidad, como máxima expresión del autocontrol mental.
No es menos importante la eliminación de síntomas y enfermedades mentales, por medio de la psicoterapia a nivel consciente. Sin embargo, no resulta atractivo explicar un tema tan gastado en cualquier página de internet.
La existencia del control mental con fines perversos es realmente muy lamentable, pero desgraciadamente la vida misma concibe al bien y el mal como dos compañeros inseparables. Hay quienes cultivan la inteligencia bajo la perspectiva de hacer lo digno y útil para todos, mientras otros desarrollan la maldad para beneficio propio.
Mientras el control mental benigno fortalece la personalidad propia; el fin último del control mental maligno, es exactamente lo contrario: La despersonalización. Este objetivo se logra a través de variadas técnicas, pero las vías para alcanzarlo están centralizadas en dos direcciones (ambas se apoyan en el precepto: "El fin justifica los medios". Nicolás Maquiavelo. Filósofo y político italiano (1469-1527 d.C.):
- La más inteligente, hábil y sutil, es aquella que se logra mediante la sugestión, supuestamente bien intencionada. Siempre está en manos de alguien que por conveniencia se esconde bajo la sombra de la democracia y mediante ella logra el "convencimiento" para llegar al fin.
- La segunda variante se apoya en la autocracia. Mediante la imposición. Puede ser sutil o por medio de la fuerza y el miedo. La meta es lograr la obediencia.
En contraposición al carácter duradero del control mental benigno. El maligno suele ser relativamente inestable y siempre tiene demarcado su fin. Sólo basta eliminar a quien impone la fuerza o engendra el miedo y habrá desaparecido al instante el control mental.
En conclusión: Lo esencial del control mental también está determinado por dos direcciones:
El benigno abre el camino hacia el aprendizaje del autocontrol
mental. El maligno con el pasar del tiempo precipita la ira, rebeldía, odio y
apetito por el deseo de venganza. Todos amigos de la pérdida progresiva de la
capacidad autorreguladora de la personalidad ante situaciones de conflicto.