La nueva generación.

15.10.2011

Por: Mariano Cañizares Parrado.

Cuando apenas tenía seis años, caminaba cinco kilómetros a pie y por dentro del lodo todos los días. El objetivo era muy sencillo: Asistir a mi escuelita de campo, para aprender y poder alguna vez en la vida, llegar a ser lo que hoy soy. Las clases eran sólo por la mañana, pero cuando llegaba a mi humilde casita, almorzaba lo que hubiera. Es decir, no tenía capacidad de elección, y acabando con mi último bocado, salía rapidísimo a trabajar, porque mis padres no tenían ni tan siquiera para comprarme un par de zapaticos.

Así pasaba el tiempo y terminé mis estudios primarios sin ningún cambio. Todos los días eran exigentes de un sacrificio enorme, pero también de una fuerza de voluntad inquebrantable.

Nunca me quejé de mi mala suerte, ni exigí a mis padres el sagrado derecho de que cubrieran mis necesidades, como forma de pago por haberme traído a un mundo que yo no elegí.

A los diez años me ofrecieron una beca. Internado a 850 kilómetros de mi hogar. Ahí pasé hambre, miserias de todo tipo, y un sinnúmero de sacrificios para cumplir órdenes de militares caprichosos y autoritarios. En pocas palabras: Habían sido formados en la ex Unión Soviética. Jamás me quejé de nada. Sólo pensaba: De aquí salgo yo; formado como un buen profesional. Nunca guardé rencores. Sólo pensaba en que algún día podría educar con disciplina, pero sobre todo, con amor.

Así eran los jóvenes de aquella generación naciente (años 50, 60 y 70). Que realidad tan distinta se vive hoy. Definirla en palabras, puede llevar al escritor a publicar un libro superior en páginas, a los 2011 años transcurridos después de Cristo.

En estos momentos estamos ante una generación que no conoce el sacrificio, ni la disciplina. Todo hay que alcanzárselos a las manos, y si es mejor en la boca, porque lo único que hacen bien es comer y protestar por todo.

Esta actitud es la que estamos viendo en Colombia en los días de hoy, donde toda la juventud ha salido a las calles, no por derecho, sino por irrespeto a los de aquella generación en extinción, donde se supo con pasos firmes, qué se hacía y para qué se hacía. Hoy los jóvenes le llaman "universidades de lucro", pero no saben cómo se llegaron a formar, por eso ignoran los dividendos que se quieren tener. Ojo con esta generación. Al respecto sólo quiero advertir: Estos jóvenes de hoy y los de unos años adelante nos traerán muchos problemas, porque los reclamos serán cada vez más violentos, intolerantes e impositivos. Algún día tendrán en cuenta que la irritabilidad comienza donde termina la razón. Mientras tanto, tendremos que tener muy en cuenta que:

Cuando se levanta una generación que no respeta a sus padres, difícilmente podrá respetar alguna otra autoridad.

Cuando se levanta una generación a la cual se le enseñó que, la culpa de sus fracasos la tienen otros "más poderosos", y no su propia mediocridad, se llenarán de resentimientos e ira y la descargarán sin piedad.

Cuando se levanta una generación que cree que todo son derechos y que no se tienen deberes, pensarán que el mundo les debe algo y lo exigirán de la peor manera.

Cuando se levanta una generación que no sabe discernir lo bueno de lo malo de manera objetiva, porque todo es relativo, harán lo que según ellos sea lo correcto, así independientemente eso afecte la vida de otros. Es decir cuando se levanta una generación sin temor de Dios, pasa lo que vemos en las noticias hoy, porque cuando se levanta una generación de periodistas, que sólo les interesa el sensacionalismo y no la defensa justa y necesaria para los ciudadanos de bien, estaremos obligados a la desinformación.

Cuando se levanta una generación de médicos sin sensibilidad ante el dolor y el sufrimiento de un paciente, habrá muerto la medicina humana.

Esa es la realidad de hoy y la del mañana, porque esta deformación de la personalidad perdurará por décadas.