Interacción del alma, el espíritu y el cuerpo. Primera parte (EL ALMA)
Por: Mariano Cañizares Parrado.
Según el diccionario de Oxford Languages: "El alma no es una realidad sensible y, por tanto, no puede ser estudiada por la ciencia". Este y otros conceptos históricos desarrollados fundamentalmente por la filosofía y la religión, sin dudas carecen de fundamento científico. Quizás el término no encaja en la ciencia. Sin embargo, al detenernos a analizar frases como estas: "Me dolió en el alma". "Te quiero con el alma". "El alma desordenada lleva en su culpa la pena". "Me ha mirado con el alma"... Podemos observar sin tanta agudeza visual, que cada una de estas frases lleva en su interior un pedacito de nuestros afectos. Entonces, es muy fácil advertir que el alma si puede ser estudiada por la ciencia, con tanta objetividad como que dos más dos son cuatro.
Los procesos afectivos incluyen: Emociones, deseos, sentimientos, pasiones, conflictos y frustraciones. Para su mejor entendimiento hagámonos la idea que estamos en presencia de un amor a primera vista. En español quiere decir: Enamoramiento que se produce en el primer encuentro.
Una pregunta ¿Cómo describirlo?
Estamos en cualquier parte, cuando de pronto aparece ante nosotros alguien que nos ha llamado profundamente la atención. Sin proponérnoslo observamos cómo camina, cómo actúa, qué mira... e inclusive imaginamos saber cómo piensa. Sin dudas, estamos en presencia de una emoción. Nos acercamos y de una manera quizás hasta tonta hacemos la pregunta menos racional. No importa su contenido, sólo intentamos llamar la atención.
La emoción nos inunda y por lo general coincide con el tono de voz esperado, y por qué no hasta con una respuesta tan tonta como la pregunta que hicimos. Esa compatibilidad en poco tiempo da lugar al surgimiento del deseo. Es decir, una apetencia incontrolable por seguir manteniendo el diálogo; con un solo objetivo, conseguir la posesión de lo que deseamos.
Si todos los deseos surgidos en nuestra mente de manera espontánea, sin premeditación, tienen lugar con un poco de permanencia en el tiempo, surgirán los sentimientos, donde experimentamos una sensación que nos inunda. Invade no sólo nuestros órganos sensoriales, sino que por dentro experimentamos cambios hormonales, con predominancia del neurotransmisor dopamina, enviando mensajes a todas las neuronas vecinas, con un solo texto: caímos en la trampa. Está surgiendo el sentimiento de amor, donde desaparecen los colores grises y las inquietudes y los estados de ansiedad son tan placenteros, que disfrutamos como el perfecto masoquista, cada una de sus consecuencias. Es tan grande su magnetismo que penetra nuestro corazón, donde hasta las taquicardias, hacen disfrutar cada emoción con una intensidad indescriptible.
La sensación de estar enamorado es tan enigmática, sutil e impredecible, que si no somos cuidadosos, sin dudas de ningún tipo terminaremos abrazando la pasión. Este sentimiento es el primer paso para matar el amor, porque alberga al fanatismo como uno de sus mejores huéspedes. Provoca que nuestra mente se desordene, al extremo de nublar completamente la razón y la voluntad para ver las cosas con atino. Hace creer firmemente, que lo amado es la vida misma. Por tanto, al perderlo, no vale la pena seguir existiendo con razón de ser.
La pasión ahoga, y a lo primero que sumerge, es a la libertad de la persona que amamos, entonces aparecerán los conflictos y con ellos los desacuerdos, las discrepancias, la discordia, y como producto final la disconformidad, que por lo general desencadena en la ruptura de las emociones, deseos y sentimientos positivos surgidos a primera vista, apareciendo sus antónimos, provocando finalmente las frustraciones.
Todos estos procesos afectivos pueden ser estudiados científicamente con una escala de valores, y llevarlos de la práctica a la teoría como lo he hecho en este pequeño artículo.
Como siempre. Un abrazo
para todos y uno para mí, y que Dios nos siga protegiendo.
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