Hipocondrías. Segunda parte.
Por: Mariano Cañizares Parrado.
Diagnóstico diferencial.
La verdadera hipocondría es una enfermedad muy poco común. Casi siempre estamos en presencia de: Una simulación, un utilitarismo o una personalidad histérica (que incluye las dos anteriores).
La diferencia entre estas tres variantes con relación a la hipocondría, está en que ésta última no busca la sintomatología de manera consciente. Es un estado clínico ficticio, pero el paciente lo sufre con total intensidad, de forma muy real, donde está ausente una posible conducta falsa o mal intencionada.
¿Cómo determinar cuándo nos asiste un paciente que, ante todo, lo que necesita es sobreprotección, con mimos y afectos exagerados o en la búsqueda de alguna ganancia mediante su comportamiento? Realmente muy difícil para cualquier especialista, por muy capacitado que esté.
El ojo clínico, el diagnóstico precoz y la astucia del terapeuta, para despertar motivos dominantes de conducta, sobre el privilegio de vivir en paz, no sólo con quienes le rodean, sino más que todo consigo mismo. Serán las únicas armas eficientes para mejorar la calidad de vida de un hipocondríaco.
En el tratamiento de mis pacientes soy muy pragmático y maquiavélico. Todo aquello que me resulte útil, es para mí lo verdadero y no importan los medios para llegar al fin; en este caso la cura de la enfermedad. Lo demás es una pérdida de tiempo.
En mi actividad asistencial con pacientes histéricos e hipocondríacos, he utilizado con mucho éxito la logoterapia, dado que la esencia de esta teoría se apoya en darle un sentido existencial positivo a la naturaleza humana, lo cual permite que el paciente racionalice el dolor y el sufrimiento que puede causar la idea y el temor de padecer una enfermedad, capaz de causar algún invalidismo, e inclusive la muerte.
La logoterapia
generalmente la mezclo con la terapia de los proverbios (de mi autoría), donde
dejo tareas al paciente para la próxima sesión y lo invito a realizar una
dramatización sobre el contenido de cada proverbio. Con dos objetivos
fundamentales: Diagnóstico diferencial y la rehabilitación; buscando demostrar
el absurdo en cada uno de los pensamientos y las actuaciones del paciente.