Hipocondrías. Primera parte.
Por: Mariano Cañizares Parrado.
Uno de los objetivos fundamentales de cualquier investigación en el campo de las ciencias médicas y psicológicas, significa llegar a la esencia del comportamiento humano. Es decir, comprender la causa del surgimiento de toda actitud, las leyes que la regulan, las contradicciones que le son propias, unidas a las tendencias del desarrollo y sus propiedades determinantes.
La Psicofisiología Diferencial es la única rama de las neurociencias que nos permite cumplir tan ambicioso objetivo, porque mediante sus preceptos teórico - prácticos, podemos investigar y describir profundamente, no sólo lo cuantitativo, sino también lo cualitativo de todos y cada uno de los fenómenos fisiológicos y psicológicos, desde el punto de vista de su organización biológica.
En este sentido es de extraordinaria importancia considerar la intervención de los mecanismos compensatorios de la personalidad, ante situaciones generadoras de tensión psíquica, tales como las surgidas en el padecimiento de una hipocondría.
Estos pacientes utilizan preferencialmente el mecanismo compensatorio de la personalidad tipo sensibilización o acentuación. En lugar de defenderse perceptualmente de sus ideas ficticias sobre la presencia de una enfermedad amenazadora de la estabilidad física y psicológica; exageran su percepción, apareciendo cierta ansiedad y depresión, sin posibilidad de freno o autocontrol.
La personalidad hipocondríaca carece de recursos psicológicos para poder eliminar la obsesión. De ahí el carácter crónico de esta enfermedad.
Cuando están en presencia del especialista, parecieran haber comprendido lo incorrecto y dañino de sus apreciaciones personales, pero este estado tiene muy corta duración.
Como le dije a la señora María Utrillas, en una entrevista por Canal City TV, en la República de Colombia: Los consejos profesionales duran en la memoria de un hipocondríaco, tanto como un merengue en la puerta de un colegio. Jamás se interiorizan lo suficiente, como para establecer un mecanismo de defensa adecuado, con el fin de eliminar la sintomatología. Lo cual es muy lamentable, porque la percepción ficticia de padecer una enfermedad, por lo general lleva a una automedicación innecesaria.
En el hipocondríaco reinará de por vida una sensibilización exagerada. Siempre con la posible presencia de una enfermedad, que puede resultar peligrosa para su estabilidad fisiológica, psicológica o social.
El preciso diagnóstico de esta enfermedad no resulta nada fácil. Debe contar con varios requisitos para evitar posibles errores, capaces de estigmatizar a un paciente para el resto de su existencia:
- Estar bajo el temor de sufrir una enfermedad, o la firme convicción de padecerla.
- Comprobar con certeza que realmente no está presente un cuadro clínico que justifique la existencia de la enfermedad.
- Diferenciar con precisión no estar delante de una personalidad simuladora o utilitarista.
- Llevar más de tres meses refiriendo la misma sintomatología.
- Constatar mediante estudios psicológicos si se trata de una personalidad con tendencias obsesivas en el comportamiento. Tales como: Tener una historia clínica minuciosamente organizada, estudios evolutivos de tensión arterial, frecuencia cardíaca, temperatura, registro de ensueños con sus posibles interpretaciones, observaciones exageradas sobre el estado físico de la piel, el cabello, las uñas... y que además sienta cierto estado de satisfacción inconsciente por tener tantas patologías.
- Presencia de angustia con matices de tristeza o depresión.
- Diagnóstico diferencial; muy fino, para determinar causa efecto. Es decir, si la obsesión sobre el síntoma físico, llegó a alterar verdaderamente la fisiología del paciente.