Estímulos sin lógica.

02.09.2014

Por: Mariano Cañizares Parrado.

Uno de los temas más atractivos en relación con la aplicación de la lógica, se refiere a la práctica de la política de estímulos, como consecuencia de los resultados alcanzados por nuestros hijos, en los distintos campos de interacción como ser social.

Recuerden todos los preceptos teóricos sobre el estudio de la lógica (tratados en el artículo ante­rior), porque así podrán entender a profundidad, por qué con muchísima frecuencia cometemos graves errores en el proceso educativo, tanto por padres, como por educadores y especialistas de la mente humana.

Del año 1986 y hasta 1989, en la emisora más importante de Cuba, tenía un espacio de una hora en un programa radial titulado: "Visión". En mu­chas oportunidades orientaba sobre las perspecti­vas de la educación, no sólo a corto plazo, sino más bien como un acto perdurable en el de cursar de nuestra vida.

Teniendo en cuenta que siempre he sido de mano dura en las exigencias sobre el cumplimiento del deber en el proceso educativo de nuestros niños y adolescentes, porque esos serán los adultos del mañana, una señora por medio de una comunica­ción medio irónica, me leyó el siguiente mensaje, en vivo.

"Doctor, si un estudiante de medicina en su úl­timo año escolar, ha presentado el siguiente histo­rial: Cursó y aprobó de manera continua todos los años del primario, secundario, bachillerato y tam­bién los correspondientes a su educación superior. Sus padres nunca han sido citados a ninguno de los centros escolares, donde él ha estudiado, para señalarles algún inconveniente. Ha sido siempre muy cumplido". La pregunta es: "¿Sería oportuno que al terminar cada curso se le hubiese hecho un buen regalo?"

Le respondí con una pregunta: ¿Me podría en­viar de manera detallada la puntuación promedio al terminar cada curso escolar? A lo cual respondió positivamente.

Analicemos este ejemplo bajo la óptica de la ló­gica proposicional y veremos con absoluta nitidez, cuánto daño hacemos a nuestros hijos, por el solo hecho de no tener una buena orientación profesio­nal, durante el proceso de formación y desarrollo de los rasgos más estables de la personalidad.

Estimular materialmente a nuestros hijos cuan­do termina el curso escolar; supuestamente resul­ta un motor impulsor para seguir cumpliendo con el sagrado deber de un niño, adolescente y joven en su actividad principal (la formación académica), pero observemos con detenimiento cada uno de los aspectos a tratar en este artículo y comprobaremos con absoluta precisión, la sabiduría de este viejo proverbio: "Todo lo que brilla no es oro".

Formemos el siguiente argumento:

  1. Cuando se otorga un estímulo material a un es­tudiante, por haber terminado su curso escolar, estamos formando una serie de valores, causa­les de futuros éxitos en la esfera educacional.
  2. En el futuro estos estudiantes tendrán mayores motivos de conducta, para llegar a la culmina­ción de los estudios, obteniendo un título uni­versitario.
  3. Por tanto, serán hombres de un futuro halagüe­ño.

Cuánta belleza teórica encontramos en estos pre­supuestos proposicionales. Las hipótesis lógicas, como respuesta adelantada y predictiva de los re­sultados futuros, parecen ser verdaderas, pero no por ello la conducta de estos profesionales respon­derá equitativamente, a las expectativas y mucho menos, a la correspondencia entre los estímulos re­cibidos por sus logros escolares y las conductas a asumir, en la misma medida en que las exigencias profesionales del medio, sean de envergaduras su­periores a los resultados académicos obtenidos en su vida estudiantil.

En resumen: La inconsistencia en el control de variables ajenas, intervinientes en los estados de correlación, equivalentes entre la calidad de los es­tudios en los distintos niveles escolares y su conti­nuidad ininterrumpida, provoca un error grave en las conclusiones, las cuales se subordinaron sólo a los indicadores de perseverancia y estabilidad.

Este estudiante nunca repitió un grado escolar, pero sus puntuaciones siempre fueron mediocres.

En este caso hay que ser en extremo cuidadoso con el manejo de los estímulos materiales, porque lo acostumbramos a ser estimulado bajo indicado­res de igual magnitud. Por tanto, nunca luchará por la excelencia, porque para él lo es la mediocri­dad.

Este grave error visto a través de la lógica propo­sicional, nos permite sugerir otros errores típicos de comportamientos neuróticos:

  • Son personas portadoras de una incorrecta autovaloración de la personalidad, porque sus niveles de aspiración, están por encima de las posibilidades de realización, tanto intelectual como actitudinal.
  • Como consecuencia, resultan personas inadap­tadas al medio en que interactúan; resultando ser sujetos precipitantes y desencadenantes de conflictos personales, laborales, sociales...
  • Los rasgos predominantes de personalidad, como medio de autorregulación, resultan la prepotencia y falsa autosuficiencia, porque los reflejos condicionados formados durante el de­sarrollo ontogenético, se han apoyado en presu­puestos y argumentos también falsos.
  • Los altos índices de frustración, pueden ser mo­tivo suficiente para padecer estados neuróticos transitorios, pero con carácter cíclico.
  • Suelen ser envidiosos y mal intencionados, so­bre todo con personas de más bajo nivel social, pero con desarrollo intelectual superior al de ellos...

Quise darles los suficientes argumentos para que comprendan por qué, en el programa del día siguiente le contesté en muy pocas palabras: Mere­ce premio lo extraordinario y sobresaliente, todo lo demás es sólo el cumplimiento del deber.