Elegir nuestra alimentación sin conocimientos, es tan dañino como automedicarse.
Por: Mariano Cañizares Parrado.
Siempre que tengamos una correcta orientación alimentaria, ahí estarán todos los nutrientes del organismo para vivir en perfecto equilibrio. Cuando esta importante ley de obligatorio cumplimiento por todo ser humano, no es acertada, empezamos a tener síntomas que reflejan los posibles desequilibrios psicofisiológicos, idénticos a los efectos secundarios de un medicamento mal suministrado.
No olviden que el organismo humano es una maquinaria perfecta, imposible de superar, por tanto, enfermamos cuando comenzamos a violar las leyes naturales de la vida, o por desconocimiento comemos alimentos supuestamente beneficiosos a la salud, sin considerar las individualidades funcionales de cada organismo en particular. Algunos ejemplos nos pueden alertar:
¿Qué tal si una persona diabética elige comer bananos maduros todos los días? Es bien sabido que es una fruta extraordinariamente rica en potasio (K); un mineral mayoritario muy importante, que unido al magnesio (Mg), el sodio (Na), el calcio (Ca) y el fósforo (p), mantiene regulada la presión y el balance del agua, tanto intracelular como extracelular. Además, permite una óptima contracción y dilatación de los músculos, lo cual evita la aparición de calambres y dolores musculares. Sin embargo, también conocemos que posee altos niveles de fructuosa (la mejor glucosa que existe sobre la tierra), pero que, en grandes concentraciones, es como si estuviéramos ingiriendo sacarosa, maltosa y lactosa (principales responsables de los desequilibrios glucémicos).
Los seres humanos carecemos de la enzima uricaza, que oxida al ácido úrico y lo convierte en alantoína, producto cristalino obtenido a partir de las purinas. Y, ¿cuáles son los alimentos que más concentración de purinas contiene? Las carnes rojas y las vísceras. Muy comunes en nuestra alimentación diaria, lo cual favorece la aparición de la enfermedad denominada gota, que aparece sobre todo en las articulaciones, por la acumulación de cristales de urato monosódico, dando lugar a los altos niveles de concentración de ácido úrico en la sangre. También el exceso del consumo de carnes rojas altera (en aumento), los niveles de hemoglobina, hematocritos y glóbulos rojos, con todos los trastornos conocidos para el equilibrio bioenergético del organismo humano.
En muchas ocasiones llegan a mi consulta pacientes con obesidad grave, que han recibido orientaciones de otros profesionales de la salud, sobre el consumo de bebidas alcohólicas. Refieren afirmaciones tales como: el alcohol no suministra hidratos de carbono, por tanto, no tiene ninguna implicación en el sobrepeso; otros plantean que no tienen grasas y algunos más osados aseguran que su médico les orientó tomar una copita de vino o un trago de Whisky, porque resulta beneficioso para la circulación. Sin duda alguna, de ser verdad, estos profesionales deben experimentar cierto apetito hacia su consumo, que además de ser altamente dañino a la salud, no tiene ningún valor nutritivo.
Las bebidas alcohólicas son altamente calóricas. Entonces, su relación con la obesidad no viene determinada por su contenido en hidratos de carbono o grasas, sino por la enorme cantidad de calorías adicionales al régimen alimentario, que además, en las personas con cierta inclinación al consumo de alcohol, suelen ser acompañadas con chicharrones, papas fritas, embutidos...los cuales potencian aún más la obesidad.
Como si fuera poco el alcohol bloquea casi completamente la capacidad del hígado para liberar glucosa al torrente circulatorio, lo que ocasiona disminución en la sangre. De ahí que veamos con frecuencia a una persona embriagada en shock glucémico. Lo contrario sucede con las bebidas dulces, las cuales producen altos niveles de glucosa en sangre.
Ambos ejemplos justifican el por qué más del 90% de los obesos, que a su vez ingieren con frecuencia bebidas alcohólicas son portadores de diabetes.
Quiero referirme a algunas afirmaciones sobre el vino tinto, el cual se le amerita contener polifenoles y flavonoides, que supuestamente deben tener alto poder antioxidante. Sólo deseo hacerles algunas preguntas.
- ¿Quiénes lo ingieren saben el tiempo de fermentación y procesamiento químico que lleva implícito cualquier tipo de vino?
- ¿Han observado con detenimiento ese proceso?
- ¿Por qué quienes aseguran y sugieren a los seres humanos estos tipos de bebidas, no se detienen a estudiar un poquito más el equilibrio pH del organismo humano?
En estudios de laboratorio con una muestra de 250 bebedores de vino, en el año 1994 constaté, que en su totalidad presentaban pH muy por debajo de los límites de normalidad (7.35 - 7.45). De todos es conocido que un exceso de acidez por lo general está asociado a:
- Desequilibrios del peso ideal.
- Variabilidad de la tensión arterial.
- Oscilaciones de la glucosa en sangre.
- Múltiples problemas digestivos.
- Epigastralgias.
- Cefaleas constantes.
- Cansancio.
- Dolores generalizados, a tal extremo que pueden confundir el diagnóstico de la fibromialgia.
- Envejecimiento precoz, donde el estado de la piel se convierte en nuestro principal enemigo.
- Insomnio.
- Disminución del apetito sexual.
- Cambios emocionales frecuentes...
Si se llegara a ser portador de rangos de acidez crónicos en nuestro cuerpo, se pueden llegar a comprometer todos los niveles funcionales del organismo, peligrando la conservación de la vida, porque nuestra sangre debe ser en todo momento alcalina.
Otro tema muy exclusivo es el de las verduras de hojas, semillas del tomate, kiwi, pepinos, guayaba... En general exigen altos niveles de concentración de jugos gástricos, con el fin de garantizar la hidrólisis y de esta forma facilitar su paso a la fase de absorción y uso de sus nutrientes. Conocemos cuántas virtudes poseen estos alimentos:
Verduras de hojas: Son extremadamente variadas: repollos, apio, brócoli, coliflor, lechuga, espinaca, berro, rúcula, coles...Todas aportan muy bajo nivel calórico, por lo que en general son muy buenas para la pérdida de peso. Sin embargo, aquellas personas que padecen del colon o tienen divertículos en el intestino, cada vez que las consumen sufren inflamaciones por fermentación, trayendo por consecuencia aumento del abdomen e irritación de la mucosa gástrica, por los altos niveles de concentración de ácido clorhídrico, el cual disminuye el pH del estómago, facilitando la retención de líquidos. Esto provoca el efecto contrario a lo esperado (aumento de peso), a pesar de que estamos consumiendo muy pocas calorías. Como si fuera poco se agrega la compresión del diafragma, trayendo consigo una sensación de ahogo como si nos faltara el oxígeno.
Queridos lectores, no pierdan de vista que todas las enfermedades mortales en el mundo están directamente relacionadas con una incorrecta alimentación. Cuando estudiamos a profundidad las muertes por enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes, cáncer, obesidad, problemas respiratorios...en casos excepcionales no está asociado a una alimentación desequilibrada.
Finalmente; siempre les aconsejo a mis pacientes que no duerman con el estómago ocupado. Son muchas las razones que lo justifican:
- Durante la digestión la sangre se concentra en casi su totalidad en el aparato digestivo y cuando la persona duerme se pierden fuerzas en las ondas peristálticas, que son quienes empujan los alimentos desde el estómago hasta el intestino delgado y su trayecto posterior.
El cerebro es muy avaro para la sangre cuando la persona está dormida. Tiene su fin justificado; mantener en perfecto equilibrio las funciones vitales del organismo mientras la persona duerme. Las consecuencias generalmente son cortes digestivos por inactividad, que pueden llegar a provocar la muerte.
El dormir con el estómago ocupado provoca horribles pesadillas, dolores de cabeza y malestar general, porque el organismo entra en una terrible contradicción: queremos descansar, pero a su vez mantenemos altos niveles de excitación, para garantizar las suficientes ondas eléctricas, que permitan al peristaltismo intestinal evitar el retardo en tiempo, de todas las funciones del sistema digestivo, en su intento de convertir los alimentos ingeridos, en nutrientes necesarios para la vida.
Dormir con el estómago lleno tiene los mismos efectos negativos para el éxito de la digestión que: tomar agua con alimentos sólidos; masticar incorrectamente los alimentos o hacer malas combinaciones alimentarias, por tanto, no podemos perder ni un gramo de peso cuando resulta necesario...
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