El silencio de la vida.
Por: Mariano Cañizares Parrado.
Las expresiones del inconsciente resultan más objetivas y predictivas, al estudiar el comportamiento de la psiquis humana.
En la actualidad, a cualquiera con deseos de autorrealización se le ocurre escribir en internet, y lo más interesante está en que existen famosas páginas casi "sustituyendo" las consultas de médicos y psicólogos, por supuesto, desinformando; acción en la cual si se han convertido en muy buenos especialistas.
Un buen ejemplo sería tomar una definición hecha sobre los sueños:
"Soñar es un proceso mental involuntario en el que se produce una reelaboración de informaciones almacenadas en la memoria, generalmente relacionadas con experiencias vividas por el soñante los días o meses anteriores".
Antes de comenzar con un análisis profundo de esta definición, es preciso plantear que el sueño es un estado altamente complejo, compuesto por distintos estadios de profundidad, sucedidos a través de ciclos repetidos, los cuales testifican el funcionamiento de diversas fases de la actividad cerebral y corporal.
El estudio experimental de esta fuente energética, ha sido la tarea más difícil de todo el proceso investigativo que he llevado a efecto durante tres décadas, sobre el estudio científico de las diez fuentes energéticas que interactúan con el ser humano, las 24 horas del día en cada segundo de existencia.
En mi libro número once: "Quien me lee no enferma" dediqué 80 páginas para esbozar en una breve síntesis algunas conclusiones investigativas. En su página 95 expresé: "Hoy puedo asegurar por mis resultados experimentales, que la energía del sueño se torna óptima cuando la persona logra transitar por todas sus fases en una sola sesión, con los porcientos correctos: Fase REM 23%, fase I NREM 7%, fase II NREM 49%, fase III NREM 12%, fase IV NREM 9%."
El sueño desde el punto de vista fisiológico no es más que un estado de reposición de todas las energías consumidas en el día, para poder continuar viviendo con máximo rendimiento en las actividades y compromisos que impone la vida. Es un ciclo repetido donde no debe haber interrupciones, porque el sueño perdido no se recupera.
En estudios electroencefalográficos de mucho rigor científico, he podido constatar que los distintos impulsos eléctricos disparados hacia el registro, desde el mismo momento en que comienzan a dormir, se corresponden a: El 23% entre los 14 y 32 ciclos por segundo; el 48% entre los 7 y 14 ciclos por segundo; el 18% entre los 4 y 7 ciclos por segundo y sólo un 11% alcanza ciclos por segundo entre los 3 y 5% aproximadamente.
Como se puede apreciar sólo un 11% de los pacientes estudiados fueron privilegiados con ondas delta y el 71% no pudo abandonar las ondas alfa, quiere decir que jamás alcanzaron un sueño restablecedor. Gracias a estos resultados las investigaciones me han aportado un riquísimo caudal informativo con relación a los ensueños, o acto de soñar, porque de cada cien pacientes, setenta y uno pudo narrar el contenido de sus sueños.
Como se puede apreciar en estos porcientos, está implícito el hecho de que no dormimos sin soñar. La psiquis humana sigue reflejando el mundo real, imaginario y creativo mientras dormimos, por medio de la expresión de nuestros procesos psicológicos. Acompañado, por respuestas fisiológicas, porque no existen emociones, percepciones, imágenes, sonidos, sentimientos, conflictos... vividos al soñar, carentes de estados fisiológicos, en correspondencia con la intensidad de la representación onírica en estado inconsciente. Lo cual justifica mi hipótesis de que la mente y el cuerpo son dos hermanos gemelos interactuantes en cualquier expresión de la vida humana.
Después de estas necesarias aclaraciones, podemos comenzar diciendo que el acto de soñar no es un proceso mental involuntario absoluto. En mi libro "Quien me lee no enferma", dedico muchas páginas, explicando en detalles cómo programar el inconsciente para producir y recordar los ensueños con total precisión.
Es lamentable despreciar una información tan valiosa, porque en un porciento elevadísimo, en los sueños encontramos la solución de estados emocionales alterados y conflictos latentes. Sin considerar la apertura de nuevos caminos para alcanzar triunfos personales en los distintos campos de interacción como ser social, porque los sueños no son el producto de informaciones almacenadas en la memoria. Son mucho más. Cuentan con la capacidad de extender la imaginación creativa hasta alcanzar las precogniciones, donde el proceso de abstracción del pensamiento se enriquece sin las limitaciones de la consciencia.
Limitar los sueños a las experiencias vividas por el soñante, es sumergirlos a la condicionante de autocensuras, sentimientos de culpa, o a una simple reproducción de imágenes significativas, percibidas en estado consciente.
El tiempo nos consume y nos aplasta, no nos alcanza para hacer nada en beneficio de nuestra salud física y mental. A esto se une un enemigo implacable: La consciencia; ella complace sin crítica los deseos del comportamiento. Por tal motivo, cada día me esmero en profundizar sobre las variadas expresiones del inconsciente, porque resulta más objetivo y predictivo, al estudiar la psiquis humana.
La tercera parte
de la vida debemos transcurrirla durmiendo, y si en un 71% tenemos la
posibilidad de aprovechar las lecciones del inconsciente, para hacer consciente
el camino más corto y menos conflictivo, en la búsqueda de soluciones a tareas
pendientes o futuras; estamos despreciando más de 25 años de nuestra
existencia. Es como si todo este tiempo le diéramos la espalda al mundo que nos
rodea y que queramos o no, tenemos que interactuar con él a diario.