Bulimia.

12.03.2013

Por: Mariano Cañizares Parrado.

¿Cómo definir la bulimia? Desde el punto de vis­ta conductual, no es más que un trastorno histrió­nico del comportamiento, donde se complace lla­mar la atención a través de ingestas desmedidas de alimentos en tiempo récord, para más tarde hacer conocer de una manera aparentemente esquizoide, la necesidad de devolver (emesis), toda esa canti­dad de alimentos consumidos sin un sentido nutri­cional adecuado.

Esta es una alteración del comportamiento de aparición silenciosa, muy sutil. Generalmente sur­ge por el deseo de llamar la atención, comiendo ali­mentos en grandes cantidades. Se busca con ello dos cosas fundamentalmente: Primero, satisfacer el propio desorden conductual, por medio de un atracón fuera de los límites normales. Segundo, ser el centro de atención de quienes le acompañan.

Esa aparente gracia, al principio resulta halaga­dora, porque todos ríen esas exageradas conduc­tas. Inclusive, llevan récord de cuántas merluzas, huevos, servidos de comida... pueden comer en una sola sesión y de manera apresurada.

Ese hábito se va adquiriendo como una forma de expresión de excentricidades, como puede ser cualquier otra.

Cuando llevan un tiempo bajo la sombra de es­tos comportamientos, se van convirtiendo en ras­gos obsesivos - compulsivos de la personalidad, donde comienzan a comer desastrosamente, no tanto para llamar la atención, sino para satisfacer la morbilidad actitudinal. En este caso pareciera que se esconden para comer, pero es sabido con total consciencia de ello, que va a faltar la comida en la nevera o la plata que se les dio para satisfacer otras necesidades y en los peores casos, se encie­rran para vomitar, como si esto evadiera el cono­cerlo quienes le rodean.

Al terminar de comer se siente algo de placer, el cual es seguido de un estado de incomodidad generalizado con sensación de angustia. Todo este cuadro clínico se genera, porque al ingerir mayor cantidad de alimentos a los indispensables para garantizar una correcta nutrición del organismo humano, aparecen síntomas como: Inflamación del diafragma, acompañado de dolor en la base del pe­cho, compresión del mediastino en su parte infe­rior, provocando sensación de ahogo, producto de la reducción del espacio necesario para que las vías respiratorias funcionen sin compromiso de ningu­na naturaleza.

Toda esta sintomatología descrita exige la devo­lución de los alimentos ingeridos para calmar la sensación de angustia. Una vez sintiéndose bien después del vómito, se ha encontrado la solución para esos atracones anormales, convirtiéndose con el tiempo en un reflejo condicionado, a tal extremo, que ya el vómito viene casi de manera natural, es decir, sin la necesidad de provocarlo.

Un grupo menor de bulímicos suelen consumir laxantes, o ponerse enemas, provocando serias alteraciones en los niveles de contractibilidad pe­ristáltica. Otros, sin el menor conocimiento de las consecuencias para el sistema renal y los niveles de tensión arterial, comienzan a automedicarse diuréticos.

El ayuno prolongado también es una modalidad empleada, con el fin de perder el peso alcanzado por el exceso de alimentos ingeridos; sin tener en cuenta que todo ser humano debe comer cada dos horas y media (quiera o no). De no hacerlo, inme­diatamente los jugos gástricos comienzan a afectar de manera considerable los niveles de alcalinidad de la sangre arterial, trayendo como consecuencia retención de líquidos para neutralizar la acidifica­ción. Estos trastornos provocan disfuncionabili­dad del sistema renal, circulatorio y cardiovascular fundamentalmente, con todas las consecuencias colaterales que de ello se derivan.

Las personas bulímicas en su mayoría se carac­terizan por tener una deficiente capacidad autorre­guladora de la personalidad, con predominio pato­lógico de los estados afectivos, sobre los volitivos y cognoscitivos, lo cual les dificulta de manera consi­derable las relaciones interpersonales, ya que sus cambios de humor son tan frecuentes, que resulta difícil la convivencia con este trastorno histriónico de la personalidad.

Esta es una de las enfermedades caracterizada por no ser más que el reflejo de la mente de cada uno, aunque resulte subjetiva.

La autoimagen en las personas bulímicas es muy obstinada y poco flexible, por lo que se empecinan en mantener estable su auto percepción y con el transcurso del tiempo la conservan por encima de todas las cosas, a pesar de que otras personas le den su parecer, sobre el criterio que tienen acerca del comportamiento de ellos. Por tanto, el pronósti­co de estos pacientes es bastante reservado.

Más justificado aún están las expectativas sobre el futuro de estos pacientes, cuando se constata permanentemente que el mecanismo de defensa predominante (la disociación), radica en eliminar de los niveles conscientes todo tipo de crítica, que para ellos resulte inaceptable o contraproducente para su autoimagen.

Cuando más acosados se sienten por todos los que le rodean cada día, entonces revierten la cul­pabilidad, apareciendo como víctimas, porque aun­que se perciben impotentes ante el criterio ajeno, son astutos para de manera aparentemente incons­ciente, ofrecer una imagen de vergüenza, asociada a cierto estado de tristeza y ansiedad.

Finalmente, quiero referirme a los medios de co­municación masiva y a las escuelas de formación de modelos en el mundo contemporáneo, porque permanentemente las culpan de ser los mayores responsables de la anorexia y la bulimia. Sin em­bargo, ellos no son más que el terreno abonado donde se canalizan los rasgos de personalidad, que socialmente subyacen en cada una de estas per­sonas, con suficientes aptitudes para terminar de desarrollar una personalidad histriónica.