Alteraciones del ritmo del sueño.
Por: Mariano Cañizares Parrado.
Como les prometí en el artículo anterior. Quiero comenzar diciendo que la alteración del ritmo circadiano del sueño está determinada fundamentalmente por cinco circunstancias o condicionantes:
1. Sueño de la juventud temprana: En más del 95% es coincidente con las edades entre los 15 y 25 años. Atrasan el reloj biológico interno, debido a que se acuestan demasiado tarde en la noche y se levantan también retrasados durante el día. Esta es una disritmia circadiana, que afortunadamente puede corregirse por sí misma, porque el reloj biológico interno se adelanta naturalmente con la edad. Es decir, cuando llegan a la adultez, las posibles alteraciones de las fases del sueño se pueden regular en su totalidad. Sin embargo, es muy dañino cuando al pasar de los 35 años, seguimos con el hábito de acostarnos tarde, debido a que se hace difícil el restablecimiento de los ritmos circadianos dentro de límites normales, afectando los niveles de rendimiento, tanto físicos como intelectuales y adicionalmente, acelerando el proceso de envejecimiento por la ausencia de melatonina.
2. Sueño de la tercera edad: Es exactamente el inverso del sueño de la juventud temprana. En este caso se acelera el ritmo circadiano del sueño, porque la persona adulta empieza a acostarse más temprano y de igual manera, se levanta de madrugada. Este tipo de disritmia circadiana es mucho más difícil de corregir y en la mayoría de los casos hay que apelar al tratamiento medicamentoso, si la persona alguna vez decide comenzar a dormir más tarde; porque aunque así lo haga, seguirá despertándose de igual manera a la hora acostumbrada. En este caso no importa que duerma menos horas. El reloj biológico interno lo despertará antes de lo deseado.
3. Jet-lag. Síndrome de los husos horarios. Es un estado de desincronización transitoria, ocasionado por el desfase de los horarios habituales, con respecto al reloj interno del cuerpo humano. Se produce al viajar a otras latitudes y longitudes. En este caso es muy aconsejable adaptarse al horario del lugar donde se arriba, hasta que el reloj interno recupere la estabilidad, por la influencia de la adaptación o por la formación de un nuevo reflejo condicionado. Este tipo de disritmia se hace extraordinariamente dañino, cuando se abusa de la inestabilidad, llegando inclusive a provocar alteraciones más severas, en los normales ciclos de las fases del sueño.
4. Trabajos nocturnos: El normal desempeño del ritmo circadiano del sueño, no sólo depende de las circunstancias tratadas, sino además, puede verse afectado de manera considerable por la presencia de luz u oscuridad o de los iones positivos y negativos reinantes en la energía cósmica. En este sentido, existen dos tendencias fundamentales: Primera, cuando intentamos dormir de día, donde los iones positivos interfieren de manera considerable, la posibilidad de alcanzar fases del sueño, capaces de restablecer los niveles funcionales del cuerpo humano. Segunda, cuando después de la puesta del sol seguimos sometidos a la influencia de la luz intensa de fluorescentes, televisores, computadoras y de otros aparatos electrónicos, no sólo emisores de luz, sino además de radiaciones electromagnéticas. En estos casos, se provoca un desorden hormonal altamente dañino a la estabilidad biológica y psicológica, porque se desestabiliza completamente el reloj interno.
5. Someterse por más de una hora a estímulos como: Iluminación intensa, sonidos altos, agudos e intermitentes, calor o frío excesivo, actividad física de alto impacto, ingestión de alimentos mal combinados o que requieren de un proceso de hidrólisis muy prolongado o la ingesta de cualquier componente químico estimulante después de las 6:30 p.m.
En mi libro: "Quien me lee no enferma" fui muy profundo en la explicación del reloj que llevamos dentro. No obstante, quiero referirme a una hormona determinante (el cortisol), en el buen o mal funcionamiento de este reloj, el cual si lo hiciéramos todo con atino, jamás nos traicionaría.
El cortisol es una hormona producida por la glándula suprarrenal. Su presencia en el organismo humano está determinada por varios factores, entre los fundamentales están: Los constantes cambios de los ritmos circadianos, dados por la influencia de la energía cósmica, la presencia de luz u oscuridad, los estados de estrés, tensión psíquica y ansiedad, y fundamentalmente la violación de los ritmos biológicos, que determinan el adecuado funcionamiento de los estados de sueño-vigilia.
De manera natural, dado por alguno de los factores predisponentes y desencadenantes expresados; al amanecer de cada día nos acompañan grandes concentraciones de cortisol, las cuales se mantienen sin mucha alteración hasta alrededor de las 8:00 a.m., donde si están ausentes agentes indeseados, no controlados, comienza a descender progresivamente, hasta alrededor de las 6:30 p.m., para comenzar su ascenso de nuevo con la luz del sol del próximo día.
Estos cambios en las concentraciones de cortisol, siempre que estén determinados por condicionantes naturales, para las cuales nacemos preparados biológicamente, no son tan perjudiciales al equilibrio de los estados de sueño-vigilia. Sin embargo, cuando los agentes desencadenantes de las altas concentraciones, se subordinan a indisciplinas en el cumplimiento estricto de los ritmos biológicos fundamentales, las consecuencias fisiológicas y psicológicas son muy dañinas. En estos casos comienzan a aparecer desequilibrios bioenergéticos, capaces de destruir el balance necesario de los campos biomagnéticos del cuerpo humano. Donde el sueño deja de ser un estado de reposición de todas las energías consumidas en el día, ya que se ha roto fatalmente el ciclo repetido de sus distintas fases, acelerando el proceso de envejecimiento, no sólo físico, sino además de todos los procesos psicológicos, porque el sueño perdido no se recupera.
En el próximo artículo explicaré en detalles, cómo el ritmo del sueño se convierte en fuente energética.
Como siempre. Un abrazo para todos y uno para mí, y que Dios nos siga protegiendo.
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