¿Vale el control mental?

06.10.2015

Por: Mariano Cañizares Parrado.

El rasgo más sobresaliente de una ciudad histérica, es el comportamiento mórbido de la gran mayoría de sus integrantes.

En mi libro "Enfermedad, desvergüenza y perversión" dediqué casi trescientas páginas, para explicar cómo llegar al diagnóstico de un enfermo, un sinvergüenza y un perverso. Es un libro que nos entrega con claridad lo que para algunas personas no especializadas está oculto, a pesar de tener el tema delante de sus ojos.

Pero algo muy importante no fue objeto de análisis en el libro referido. Estoy hablando de los agentes precipitantes y desencadenantes, tanto de una enfermedad, como de los más aberrados y peligrosos comportamientos del ser humano viviendo en sociedad.

Hace unos días estaba muy atento a un programa televisivo, trasmitido por el canal NTN 24. Dicho espacio sale al aire bajo el título de: "Club de prensa".

Entre muchos temas, abordaron las estadísticas actuales relacionadas con la ausencia de oportunidades de empleo para las nuevas generaciones, determinado, sobre todo, porque las personas adultas no se retiran de sus trabajos.

Es lamentable que los especialistas participantes hayan obviado la causa fundamental de esta supuesta agravante para el futuro de la humanidad. Me refiero a la formación de la personalidad de quienes tendrán el manejo económico, político y social de este mundo, cada vez más enloquecido.

Los jóvenes de hoy con sus comportamientos cotidianos, demuestran su incapacidad para que algo tenga un futuro esperanzador; cuando hablamos de bienestar, en cualquier esfera de interacción social.

Es conocido que la mejor escuela para un joven es el hogar. ¿Qué nos encontramos en este primer colegio de la vida?

Padres absolutamente desocupados, cuando se habla de la formación de la personalidad de sus hijos; dejándolos solos delante de la internet, cargada de pornografía, vicios, malos hábitos... Y como si fuera poco, presenciando una televisión consumista y ostentosa, donde la mejor cualidad a aprender es el utilitarismo despiadado, carente de los más elementales rasgos de sensibilidad ante la convivencia social.

Padres inestables, divorciados y comportándose como si fueran enemigos mortales. Sin dudas, estamos en presencia de una juventud llena de odios irracionales, agresividad, prepotencia e incapacidad, porque la segunda enseñanza, está de la misma forma, totalmente podrida.

En los colegios existe el "matoneo", drogas, prostitución y un irrespeto desmesurado. Donde los viejos profesores deben cerrar la boca, si desean sobrevivir.

No se puede salir a las calles sin el sentimiento de miedo. Lo único que falta es ponernos espejos retrovisores colgados del pabellón auricular, con sensores en los laterales y parte posterior del cuerpo, para poder detectar con cierta rapidez, cuando vamos a ser víctima de la delincuencia juvenil.

Lo obsceno forma parte de la moda y por supuesto, de los rasgos estables de una personalidad en formación.

Los grafiteros se consideran artistas, en vez de delincuentes destruyendo la pulcritud de nuestro ambiente.

Dada la incapacidad moral de los políticos actuales, se busca aprobar el consumo de drogas prohibidas, antes de luchar con eficacia para su erradicación total.

Los hijos quieren mascotas y los padres se las compran. Donde además de privar a ese animalito de su libertad, los ponen a defecar en espacios públicos, irrespetando las más elementales reglas de convivencia social.

Aunque parezca todo lo contrario, los jóvenes cada día levantan más alto la bandera de la división de clases. Los más ricos desean aplastar sin compasión a los más pobres y éstos últimos en venganza, no pueden ver a nadie con un poco de bienestar económico, porque esa sola cualidad los convierte de hecho en su principal enemigo.

Hoy recuerdo como nunca el 14 de julio del año 1988, cuando aprobé el examen estatal de filosofía ante la comisión de grados científicos de la Academia de Ciencias de Cuba. En respuesta a tantas interrogantes utilicé una frase del filósofo griego Diógenes de Sinope (412-323 a.C). Se trata de cuando Alejandro Magno tropezó al filósofo, mientras observaba con mucho detenimiento una gran pila de huesos humanos. Cuando el rey le preguntó sobre qué hacía; Diógenes contestó: "Estoy buscando los huesos de tu padre, pero no puedo distinguirlos de los de un esclavo".

Sin dudas, todas estas conductas fueran superadas, si los jóvenes tuvieran acceso a una educación de calidad: Desde los hogares que los vieron nacer, en las escuelas donde son formados académicamente y finalmente, en el medio social interactuante.

No es resignación, todo lo contrario. La única frase posible es aquella expresada por el eminente pensador cubano José Martí (28 de enero de 1853 al 19 de mayo de l895) "De este empequeñecimiento es necesario sacar a estas almas". Por eso justifico a los periodistas del panel "Club de prensa". Quizás no mencionaron como el factor determinante en el desempleo juvenil, a la mala formación de nuestros jóvenes, porque a lo mejor ellos mismos forman parte de ese conflicto evidente de la sociedad "moderna".