¿Se curan las adicciones?
Por: Mariano Cañizares Parrado.
Como han podido apreciar, hasta este instante he tratado algunas drogas no controladas como: Cervezas, vinos, otros licores y el tabaco con sus derivados; sustancias no controladas en el mundo contemporáneo y paradójicamente, nunca necesitadas para ningún tratamiento médico. Es decir, son el producto de las necesidades de personas amantes de los placeres y poco atentos a sus consecuencias para la salud humana y el bienestar general de la sociedad.
Además, existen otros psicotrópicos como por ejemplo la cafeína, de la cual muchas veces se hace dependencia, llegando a ser muy dañina para la estabilidad de los ritmos circadianos del sueño. Sin embargo, muy pocos especialistas la consideran como un agente estresante activo, e inclusive algunos de manera totalmente equivocada, la recomiendan como algo beneficioso para alcanzar el perfecto equilibrio de los campos biomagnéticos en el cuerpo humano.
Además, existen un sinnúmero de alcaloides permitidos, pero a mi criterio nunca beneficiosos, como son: teína, teofilina, teobromina, mateína, guaranina, ergotamina, nicotina, etc. Es realmente interminable la lista.
No obstante saber que las drogas mencionadas, todas acortan la existencia y ofrecen una pésima calidad de vida, al menos nos brindan la esperanza que con sólo un esfuerzo y una orientación profesional adecuada, las posibilidades de rehabilitación son altísimas.
Serio resulta cuando las adicciones pasan a un plano de mayor nivel en la agresividad a la salud integral. Me refiero al consumo de drogas base, como: Cocaína, heroína, fenciclidina (fenilciclohexilpiperidina), MDMA (metilendioximetanfetamina), LSD, psilocibina, mezcalina... y una lista infinita de otros derivados, que con distintos procesos químicos, afectan de manera considerable los niveles funcionales de la consciencia. Deteriorando además, todas las subestructuras de la personalidad, con su correspondiente daño a la estabilidad biopsicosocial.
En el consumo de drogas como las mencionadas en el párrafo anterior pueden quedar secuelas, pero sí está claro que todas, sin excepción, tienen cura. Es decir, la persona puede recuperarse de la adicción. Sin embargo, lo más preocupante, es a lo que menos importancia se le da. Me refiero a los trastornos de personalidad subyacentes antes de clasificarse como adicto a cualquier tipo de droga.
Una cosa es la teoría y otra es la práctica. Cuando terminé la Universidad, e inclusive, después de terminar mi primera especialidad (Psicoanálisis), veía muy claro todos los diagnósticos, y hasta me creía el representante de Dios en la tierra. Hoy con más de cuatro décadas de experiencia y unos setenta mil pacientes atendidos, tengo muy claras las cuentas: Es más fácil controlar una diabetes sin medicación, que un simple trastorno de personalidad, porque son como el rabito de un lechón. Mientras lo mantenemos estirado y controlado por nuestra mano, lo veremos derecho, pero cuando lo soltamos se vuelve a enroscar de la manera original. Es decir, el trastorno del comportamiento, aparentemente mejora, pero jamás se cura. Al perro huevero, aunque le quemen el hocico, sigue comiendo huevo.
Conclusión: El adicto no vuelve a la adicción por necesidad de la droga, sino por su trastorno de personalidad.
Como siempre. Un abrazo para todos y uno para mí, y que Dios nos siga
protegiendo.
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