¿Por qué soy muy extraño?
Por: Mariano Cañizares Parrado.
Según el diccionario de Oxford Languages una persona extraña es aquella que: "Es muy distinta de lo habitual, natural o normal y tiene algo de extraordinario o inexplicable, que excita la curiosidad, sorpresa o admiración".
Soy extraño porque todos los días de mi vida, cuando en el ocaso apenas se perciben los rayos moribundos del fallecimiento del sol, camino a mi sala de meditación. Una vez en ella, me siento conmigo mismo y después de una profunda introspección (mirada hacia adentro), ruego a Dios que me ilumine con su sabiduría, para ser capaz de percibir con nitidez, los más sublimes detalles de alguna imperfección.
Mirando a la imagen de la Divina Misericordia, cada día le pregunto, ¿Dónde pude ser mejor hoy mi Dios? Agradecido estoy eternamente, porque su luz alumbra las partes más oscuras de mi comportamiento y hace posible que al otro día, aunque el sol sea resplandeciente, no abandone ni por un segundo esa antorcha que me entregó el día antes, para que mis órganos sensoriales sean cada amanecer, esperanzas de claras percepciones y atino, en busca de la perfección.
Soy extraño, porque todo mi comportamiento, gira alrededor de la búsqueda incansable de fuerzas, para alcanzar la medida en cada uno de mis procederes. Ello me permite estar muy tranquilo, porque siempre mantengo la paz y la calma, no desestabilizo al prójimo y soy un ciudadano que cumple con los más irracionales reglamentos de convivencia social.
Soy extraño porque poseo licencia de conducción desde los 17 años. Ya tengo casi 69, conduciendo de manera ininterrumpida en más de 60 países visitados, y puedo publicar un contenido como este, porque jamás he sido multado por una infracción de tránsito en ningún lugar del mundo. Es decir, soy un cumplidor obsesivo hasta de las leyes más absurdas, sobre todo, para no tener la necesidad de responder ante el subjetivismo de aquellos que le han dado el poder para supuestamente dictar justicia. Término para mi extraordinariamente controversial. (Explicado en el artículo: Poder para qué).
Quiero hacer más explícito, con dos ejemplos incuestionables, el por qué soy muy extraño.
Primero: Transitaba rumbo norte-sur, por la carrera novena de la ciudad de Bogotá y al llegar al semáforo de la calle 153, me quedé en el plano delantero de la fila. Para no violar la luz amarilla, detuve mi automóvil a tiempo y en el lugar correcto, en frente de la señal de pare. Detrás de mí, un auto (increíblemente conducido por una persona que ya exhibe canas), me comenzó a tocar el claxon de manera descompensada. No le resultó suficiente y me abordó por el lado del chofer, bajó su ventanilla y me dijo en tono imperativo: "Tuvo posibilidad de pasar con la amarilla y no lo hizo, pero además, ahora se detiene a media cuadra del semáforo. Si quiere seguir durmiendo se hubiera quedado en su casa". Aceleró bruscamente y se ubicó encima del paso peatonal, donde no podía percibir adecuadamente los cambios de luz. Es tan común una conducta como ésta en Bogotá, que miré a mi señora y sonriendo le dije: El extraño soy yo.
Segundo: En el año 2005 me invitaron a una fiesta por el día del médico, en la Clínica Salud Futura, acá en Bogotá. Cuando me brindaron bebidas alcohólicas les dije: No, nunca las consumo. Más tarde brindaron café, tampoco lo acepté, porque jamás lo tomo en ninguna hora del día y cuando empezaron a fumar me separé unos metros junto a mi señora. Como a los diez minutos se me acercó un médico y me dijo jocosamente: "Doctor que aburrido es usted"; a lo cual respondí, también con una sonrisa en los labios: No, aburrido es usted, que tiene necesidad de hacer todas esas cosas para sentirse alegre. Yo estoy de lo más feliz y le agregué: Nunca confunda el placer con la felicidad. El primero es transitorio y por lo general perjudicial. El segundo es duradero y estable. Pero, después me dije en silencio: El extraño soy yo.
En la segunda parte del extraño soy yo, podrán apreciar con más nitidez, la razón de algunos de mis comportamientos, calificados como demasiado raros. En ellos encontrarán el por qué mi agenda se llena cada año en el mes de marzo. Parece que a la gente le gusta mucho atenderse y tener éxito, compartiendo su vida con alguien cercano a lo desacostumbrado.
Como
siempre. Un abrazo para todos y uno para mí, y que Dios nos siga protegiendo.
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