¿Brujería?

21.09.2010

Por: Mariano Cañizares Parrado.

Son muchas las personas que desde la antigüedad han creído y practicado la brujería. Primero que todo voy a hablar de quienes la practican. Después explicaré sobre las cualidades individuales de los que buscan ese servicio y finalmente de la interacción establecida entre el practicante y el cliente, paciente, alumno, ahijado...

Un tema tan delicado como este requiere de algunas definiciones operacionales, para facilitar un mejor entendimiento en el manejo de términos.

La brujería: Es un conjunto de vivencias supersticiosas, muchas veces apoyadas en conocimientos y prácticas ancestrales, caracterizada por habilidades o aptitudes personales que hacen posible actos de "adivinación y comunicación con antepasados, santos y seres divinos", ofreciendo el privilegio de lo paranormal, en la búsqueda de soluciones no encontradas por las distintas ciencias, que se dedican al estudio del ser humano. Estos conocimientos son trasmitidos de una generación a otra, con la finalidad de mantener sus creencias y prácticas hasta la eternidad.

El objetivo de su existencia abarca tres direcciones fundamentales:

  • El mal.
  • El bien.
  • Protección o resguardo, para mantenernos libres de riesgos
  • ante los maleficios y malas energías.

Quienes lo practican están preparados para cumplir cualquiera de los tres objetivos. Quiere decir que son personas en su mayoría aparentemente inescrupulosas. Con una enorme capacidad de desdoblamiento en la dirección de sus fuerzas energéticas. Su campo magnético suele ser de vibraciones abundantes y de alcance lejano, pudiendo interferir el buen funcionamiento de órganos, sistemas y procesos psicofisiológicos del organismo humano, sobre todo, cuando de alguna manera logran hacer contacto físico o químico con el objeto de su trabajo.

Utilizan hierbas que muchas veces no conocen ni su composición química, pero por trasmisión generacional, saben que pueden lograr desequilibrios biológicos importantes en el cuerpo y la mente de sus víctimas.

Sus rituales son altamente sugestivos, desde el mismo consultorio hasta el modo de preparación de los supuestos maleficios. El set que preparan para recibir a las personas está lleno de objetos, santos, divinidades, alimentos, bebidas, animales... colocadas convenientemente, para lograr hacer del lugar algo mítico y místico, alejado completamente de la realidad cotidiana.

Una vez logrado el acto de sugestionabilidad, por la sola presencia del lugar donde se encuentra el sujeto a consultar, el resto del camino resulta mucho más fácil. Quizás ni quienes lo practican conozcan este mecanismo fisiológico que voy a explicar. Pero de lo que sí estoy convencido, es que lo manejan en la práctica como el más calificado de los neurofisiólogos que ha tenido la historia.

El acto de sugestión a nivel psicológico, provoca un foco de excitación inerte patológico en la corteza cerebral (isocorteza o neocorteza) y por medio del mecanismo de irradiación, generalización e inducción recíproca, genera focos de inhibición en los demás hemisferios cerebrales, dejando activado sólo las zonas de la arquicorteza.

En español he querido expresar que la persona agarrada por el acto de sugestión, se convierte en un animal inferior, donde quedan en activo las zonas encefálicas que garantizan la supervivencia, las acciones automatizadas y los reflejos condicionados, sin intervención de la consciencia o razón. Es decir, ha sufrido una metamorfosis, donde de ser sujeto, ha pasado a ser un objeto de manipulación y adiestramiento, como cualesquiera de nuestras mascotas.

Una vez en este estado, comienzan los rituales de comunicación con sus santos y divinidades o con sus poderes engendrados. En su lenguaje "se les monta el santo". Quiere decir que se recibe información por esta comunicación espiritual y estas órdenes son de obligatorio cumplimiento. Si el santo dice que un vecino, amigo, hermano... está haciéndonos mal, entonces nosotros tenemos tres alternativas:

  • Hacer un trabajo para que le vaya bien y quite sus ojos de nuestras vidas.
  • Hacernos la ceremonia de recibimiento de nuestros resguardos o protectores. (Dependiendo de qué religión practique nuestro consultante).
  • Prepararle un maleficio que destruya su bienestar y hasta su vida.

De ese lugar salimos como en un estado post hipnótico a colocar o hacer cualquier acción necesaria, para poder resolver nuestros males.

Otra línea de trabajo muy explotada por la brujería es el acto de adivinación. Para explicarlo se nos hace imperativo hacernos una pregunta.

¿A quiénes se nos ocurre visitar a un brujero (a)? Es muy fácil saberlo. Sólo haga un poco de búsqueda en su memoria y encontrará una frase muy común. "VAS A TENER QUE VISITAR A UN BRUJERO, PORQUE NADA TE SALE BIEN". O cuando tenemos DEMASIADAS RIQUEZAS y entonces comenzamos a pensar que todo el que se acerca a nosotros, es porque quiere quitarnos algo.

Como pueden ver, es muy difícil que alguna persona llena de felicidad, sienta necesidad de visitar un brujero. Por tanto, no resulta tan difícil saber por qué los están visitando. Ese es un primer acto de adivinación que está resuelto.

Quiero hacerles una anécdota de cuando yo vivía en Buenos Aires. En el año 1998 mi secretaria me invitó a visitar una Villa Miseria. Para poder ir a ese lugar tenía que cumplir algunos requisitos, según me dijo ella.

  • Debía ir vestido de manera muy modesta. Sin prendas y con un reloj plástico de poco valor.
  • La ropa y los zapatos tenían que ser bien usados.
  • El pelo debía aparentar cierto nivel de maltrato o descuido.
  • Y mi lenguaje tendría que adecuarse a las reglas generales del lunfardo callejero, característico de esos barrios.

Estuve varios días practicando con ella como debía ser un perfecto habitante de una Villa Miseria Argentina. Creyéndome totalmente entrenado, nos decidimos a realizar tan interesante aventura.

Cuando habíamos caminado varios callejones, llegamos a un puesto de frutas y vegetales. Sorprendentemente había unos bananos preciosos. Pedí uno para irlo comiendo mientras cursaba el paseo. Teniendo en cuenta las advertencias de mi secretaria se me ocurrió decirle: "Pero están muy caros". La mujer me miró y sin vacilaciones me dijo. "Usted aunque se vista de mendigo se ve que tiene guita" (en el lunfardo argentino, quiere decir dinero).

Este es el segundo acto de adivinación de un brujero. Como esta señora, casi todas las personas que se han dedicado a lo largo de la historia a la práctica de la brujería, jamás las van a encontrar en un estrato seis colombiano. Por lo general viven en barrios marginales o cuando más, en las zonas del centro de las ciudades.

Esta vida de hostilidad y de calle les hace formar de manera innata, una percepción extrasensorial, como si fuera un sexto sentido. Logran describir la personalidad de un ser humano como si se hubiesen pasado toda la vida estudiando personología, en la mejor facultad de psicología del universo.

Su aspecto es realmente diferente, pero no crea que son necios. Nada de eso, son personas que aunque autodidácticamente, están preparados para el ejercicio de su profesión y cumplen sus actividades con total convencimiento y fidelidad a sus creencias.

Los principios éticos de un ser humano, resultan ser las cualidades más hermosas de la personalidad, por eso aunque el medio de vida de las personas que practican la brujería sea algo extraño, eso no da razón para concluir que son personas carentes de fidelidad y lealtad a sus santos y divinidades.

Entre el año 1985 y 1986, durante 12 meses recibí estudios de la Religión Yoruba Lucumí en la República de Cuba.

Les puedo asegurar que en las clases prácticas, donde teníamos que hacer visitas de terreno, conocí gente mala y regular en distintos barrios de la Ciudad de la Habana, sobre todo en Guanabacoa, San Miguel del Padrón y el Caballo Blanco, pero también tuve el gran privilegio de encontrarme con sacerdotes de esta religión, con un prestigio bien ganado en el ejercicio de su profesión.

¿Por qué he querido hacer este paréntesis? Sencillamente porque el brujero es, según le pidan que sea. Entonces no es malo sólo aquel que comete un acto indeseable, sino más que todo el que suplica para que le ayuden a hacer el mal.

Mientras estuve estudiando los preceptos teóricos de la religión Yoruba Lucumí, visité muchos Babalawo. Siendo mi formación auténticamente católica desde la infancia, no tengo ninguna razón para dejar de respetar a aquellos sacerdotes Yoruba Lucumí, que se dedican de una forma honesta y fiel, a la práctica de sus creencias y convicciones religiosas.

Para ellos la santería no es ningún acto deshonesto ni repugnante, es el sincretismo religioso entre la regla de ocha y la religión católica. Es decir, la fusión entre una Deidad Yoruba y un Santo Católico.

Cuando comience a explicar la Fuente Energética Ancestral, quizás comprendan mucho mejor de qué manera podemos ser partícipes activos, para que la brujería deje de practicar el mal. No obstante, quiero dejarles un pequeño adelanto.

Esa mujer de la Villa Miseria de la Argentina, en Buenos Aires, después fue mi empleada durante tres años consecutivos y llegué a quererla tanto como a mi propia madre. Me enseñó que todos tenemos muchas cosas para aprender y que los supuestamente libres de pecados, generalmente somos un poquito más inteligentes para ocultarlo, porque somos cautos e instruidos, pero no más cultos. Esa es la mayor diferencia existente entre las distintas Clases Sociales, que conforman la "supuesta sociedad moderna".

Que Dios los bendiga.